Adriana Casillas y Sabas de Diego observaron en 2014 que había muchos huecos en la cadena de valor agroalimentaria. “En 2035 tendremos un déficit de 200 millones de toneladas de proteínas y solo nos estamos aprovechando de animales de cadena superior. No tiene ningún sentido”, comenta Casillas. La necesidad de encontrar nuevas materias primas para solucionar esa carencia la impulsó a fundar junto a su socio la empresa Tebrio, pionera en España en la cría y transformación del tenebrio molitor, también conocido como gusano de la harina. Este insecto es una alta fuente de proteínas y, tras ser procesado, ofrece un amplio abanico de aplicaciones: alimentación animal, fertilizantes y cosmética, entre otras.
Sabas de Diego es un ingeniero químico que ha trabajado quince años en la industria del porcino antes de dar el paso al emprendimiento. Casillas, por su parte, es licenciada en música clásica contemporánea y confiesa que las consecuencias del cambio climático en los recursos naturales han sido una de sus mayores preocupaciones desde niña. Impulsada por este interés, en 2012 decidió reinventarse e hizo un máster en gestión de empresas alimentarias.
Para poner en marcha la actividad, los dos socios fundadores invirtieron alrededor de 8.000 euros a través de un préstamo personal del banco. En su trayectoria han contado con apoyos del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, del Ministerio de Ciencia e Innovación, de Caixa Capital Risc —la gestora de capital de riesgo de CriteriaCaixa— y de otros inversores privados. Toda la maquinaria que utilizan para criar y transformar el insecto en la sede de Salamanca ha sido ideada por ellos. Por este motivo, tardaron seis años en desarrollar la tecnología de la que disponen, que combinan con recursos de la industria 4.0 y de inteligencia artificial para fabricar la materia prima a gran escala. De hecho, la producción industrial la han empezado en el último año.
La compañía, en la que trabaja una veintena de empleados entre ingenieros, biólogos, bioquímicos y doctores, prevé cerrar 2021 con unos ingresos de 700.000 euros. No obstante, aclara que todavía no está dando beneficios, ya que sigue invirtiendo para perfeccionar sus técnicas industriales.
La elección del gusano de la harina se debe a dos razones principales. En primer lugar, su estructura biológica. Dentro del tenebrio molitor hay una proteína que se puede extraer al 76% y que tiene un porcentaje de digestibilidad del 99%. Asimismo, este bicho es fácil de manejar a nivel industrial. “Es mucho mejor un animal que repta que uno que vuela. Por ejemplo, la mosca soldado negra tiene sus aplicaciones en el mercado de la extracción de proteínas, pero no acabábamos de encuadrar este insecto para productos de alta calidad”, explica Casillas.
En Tebrio, una parte de los gusanos es destinada a la extracción y otra a la reproducción. El ciclo de vida del insecto dura aproximadamente seis meses: comienza en un pequeño huevo para luego convertirse en una larva que va creciendo. En esta fase es cuando se extraen la proteína y los lípidos. Según detalla la fundadora, la grasa sacada del gusano de la harina es muy rica en ácidos insaturados —los buenos para el cuerpo humano— por lo que podría ser comparada al aceite de oliva o al aceite de girasol.
Por otro lado, las orugas que no han pasado por la fase de extracción se transforman antes en una pupa y después en un escarabajo. El excremento tanto de la larva como del coleóptero se procesa industrialmente y da lugar a un fertilizante que garantiza la protección de la planta frente a plagas. Además de alimentación para animales (entre ellos peces, aves, cerdos y mascotas), la transformación industrial del tenebrio molitor tiene aplicaciones en la cosmética. De este insecto se extrae la quitina, que, por sus propiedades hidratantes es un ingrediente empleado en productos de limpieza de la piel y del cuidado del pelo, entre otros.
Insectos para la alimentación humana
La Unión Europea dio luz verde hace unos meses al uso del gusano de la harina para alimentación humana. Sin embargo, la consejera delegada de Tebrio subraya que su venta en el mercado no es tan sencilla como parece. Cualquier empresa que quiera comercializarlo tiene que enviar un dosier a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), que, tras comprobar que el producto es sano, lo tramita a la Comisión Europea para su aprobación. Además, según Casillas, actualmente en Europa es algo anecdótico que la gente se pueda comer un insecto: “Tenemos una cultura que siempre nos ha hecho pensar que los insectos eran algo insalubre, a diferencia de Asia o Latinoamérica. Aquí la forma en la que este comercio funcionará será dentro de los alimentos que tienen que ver con una alimentación funcional, es decir aquellos que ayudan al deportista a obtener un mejor rendimiento, como batidos y barritas energéticas”.
Hasta que se extienda el consumo de insectos en la industria alimentaria, la empresa salmantina está trabajando en la construcción de un complejo biotecnológico de 80.000 metros cuadrados que le permitirá sacar al mercado unas 100.000 toneladas anuales de producto. Para este proyecto, que previsiblemente estará listo en 2023, Tebrio invertirá alrededor de 50 millones de euros.