Allende, Coah. (Proceso).– El rancho Los Garza, considerado maldito por los pobladores de esta localidad debido a que en marzo de 2011 aquí Los Zetas asesinaron e incineraron a decenas de sus víctimas, actualmente es usado por el Cártel del Noreste (CDN) como campo de entrenamiento para el manejo de armas de grueso calibre, como rifles de asalto AR-15, AK-47, escopetas calibre .12 y posiblemente metralletas Barrett calibre .50.
El predio está ubicado en una apartada zona semidesértica de la región conocida como Cinco Manantiales, al sur de la ciudad fronteriza de Piedras Negras, sobre el kilómetro 5.6 de la carretera Allende-Villa Unión, con una entrada ahora oculta por la maleza. Al salir de la carretera aún hay que recorrer cerca de un kilómetro por un camino de tierra donde actualmente crece la flora del desierto.
En el rancho Los Garza hay cuatro construcciones: dos residencias ahora semidestruidas, un espacio bardeado con un pequeño cuarto y una bodega cuyo techo fue consumido por el fuego en 2011, cuando Los Zetas la utilizaron como crematorio.
En febrero de 2014 la Subprocuraduría para la Investigación y Búsqueda de Personas No Localizadas encabezó un operativo en ese rancho en el que participaron unos 250 efectivos, entre militares, policías estatales y federales, así como peritos, antropólogos forenses y grupos caninos. En esa ocasión “peinaron” el terreno metro por metro con radares geolocalizadores para intentar localizar los restos de las víctimas de Los Zetas.
En una zona aledaña a la barda encontraron las huellas de la barbarie ocurrida en marzo de 2011: decenas de huesos semicalcinados, molares que no fueron consumidos por el fuego y que por ello fueron enterrados. Los restos y otras evidencias, como los barriles de acero donde “cocinaban” a las víctimas, fueron recogidos y puestos a disposición del Laboratorio Forense de la Policía Federal.
Hoy, ocho años después de conseguir las evidencias de la masacre, ni las autoridades federales ni las locales han informado sobre los análisis de los restos encontrados o datos respecto de las identidades de las víctimas.
Durante la primera quincena de enero de 2022, el reportero acompañó a un medio internacional que investiga la masacre de Allende. Durante el recorrido por el rancho Los Garza se pudieron observar decenas de casquillos de diversos calibres –de pistolas 9 mm, de escopetas calibre .12, de .223 (que usan los fusiles R15) y de .762, para los AK-47, entre otros–, abandonados en diversas zonas del lugar. La mayoría son de la marca Águila, la compañía mexicana que vende cartuchos de grueso calibre en las tiendas de Estados Unidos, ya que está prohibido venderlas a civiles en México.
Sobre las paredes de la barda y lo que tiempo atrás fuera una bodega se localizan cruces y calaveras pintadas en color rojo que sirven como blanco, con decenas de agujeros de bala; en algunos casos las gruesas paredes, construidas con bloques, fueron traspasadas por los disparos, algo que sólo pueden hacer armas como el AK-47 o Barrett.
Los sicarios que se han entrenado ahí incluso dejaron abandonado un estuche para guardar escopetas, un arma poco común en el arsenal que suele utilizar el crimen organizado.
Además, en el poblado, sobre las paredes de las diversas casas que fueron semidestruidas en marzo de 2011 se lee “El CDN rifa, putos”.
Un “Triángulo de las Bermudas”
Se puede llegar a Allende por la solitaria y estrecha carretera federal número 2, conocida como La Ribereña, que conecta en la franja fronteriza con Estados Unidos a Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Es considerada una de las más peligrosas de México. Un “triángulo de las Bermudas”, porque en los últimos años de ahí han desaparecido cientos de personas y vehículos, incluyendo decenas de pastores evangélicos estadunidenses y ciudadanos de otros países.
Desde marzo de 2010, cuando Los Zetas rompieron su relación con el Cártel del Golfo, y durante todo 2011, La Ribereña fue “teatro de guerra” entre ambos bandos. En esa época, caravanas de hasta 100 camionetas por bando incendiaron los municipios de la Frontera Chica tamaulipeca: Guerrero, Miguel Alemán, Camargo, Ciudad Mier y Díaz Ordaz.
Los enfrentamientos que se registraron en Ciudad Mier obligaron a 70% de los pobladores de ese Pueblo Mágico a abandonar sus hogares y emigrar a Miguel Alemán, a otros municipios e incluso a cruzar la frontera hacia Estados Unidos para huir de la violencia.
El paisaje que rodea La Ribereña es semidesértico y está despoblado. En diversos tramos de su trayecto se han montado retenes militares que hacen percibir que se entra a una zona de guerra. En los límites fronterizos entre Tamaulipas y Coahuila hay un “campamento” con obstáculos sobre la carretera para obligar a frenar a los autos, grandes neumáticos de tractor rellenos con cemento y blindados así como patrullas, donde efectivos policiales de Coahuila revisan exhaustivamente a los vehículos provenientes de Tamaulipas.
Ese campamento ha sido atacado continuamente por La Tropa del Infierno, brazo armado del CDN, que intenta recuperar Coahuila. Un estado que dominó gracias a que esa organización delictiva pagó millones de dólares a varios gobernadores, según capos de Los Zetas capturados, quienes rindieron testimonio en cortes federales de Texas.
Los Zetas perdieron el control del estado debido a sus luchas internas, purgas y a la gran división que se registró después de la masacre de Allende, no tanto por las acciones del estado de Coahuila.
En su intento por recuperarlo, los miembros del CDN continuamente incursionan por brechas paralelas a La Ribereña para atacar los diversos retenes de la Policía Estatal. El último ataque, a finales del pasado diciembre, dejó como saldo dos uniformados heridos.
No obstante el peor ataque sucedió la mañana del 30 de noviembre de 2019, cuando unas 22 camionetas con decenas de sicarios de La Tropa del Infierno, armados incluso con varias metralletas Barrett calibre .50, incursionaron en el pequeño poblado de Villa Unión, vecino de Allende, para atentar contra los policías. Mataron a cuatro. El enfrentamiento duró varias horas, debido a que llegaron refuerzos militares y policías estatales; el saldo fue de 24 muertos: dos civiles y el resto, pistoleros del CDN.
El tráfico
Luego del enfrentamiento fueron asegurados por las autoridades varios vehículos y fusiles de asalto y entre las armas se decomisó una metralleta Barrett calibre .50. Peritos estadunidenses del Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) pudieron rastrear la poderosa metralleta hasta la armería Zeroed-in-Armory (ZIA), en Houston, Texas, propiedad de un hombre de 32 años llamado Khalid Abdulaziz.
Los registros judiciales dicen que los criminales mexicanos compraron decenas de armas en ZIA, que llegaron a su poder por conducto de Israel Chapa Jr., radicado en Houston, y de Víctor Ricardo Camacho, quien vivía en ese momento en Brownsville. Ambos ahora se encuentran detenidos.
Los agentes de la ATF documentaron que Chapa Jr., utilizó compradores falsos para algunas de sus adquisiciones. Una mujer compró 19 armas en ZIA.
La investigación de los agentes registró que Chapa Jr., compró 156 armas durante un periodo de seis meses, a partir de julio de 2019; el hombre admitió ante las autoridades del ATF haber vendido varias armas a Víctor Ricardo Camacho, quien a su vez proveía de armas al CDN en Nuevo Laredo. Entre las armas estaban dos metralletas Barrett calibre .50, una de las cuales terminó en la balacera registrada en Villa Unión.
El ATF documentó que Víctor Ricardo Camacho cruzó a México 31 veces entre septiembre y noviembre de 2019 con algunas de las 156 armas compradas en ZIA, que pasaron de contrabando.
En el documento de acusación de la Corte Federal contra Camacho e Israel Chapa, del cual Proceso tiene copia, está la lista de armas y las municiones que cruzaron a México y que terminaron en manos de los sicarios de La Tropa del Infierno. Entre otras, las municiones para la escopeta calibre .12. Algunos casquillos percutidos de esas armas se pueden observar en el campo de entrenamiento en el rancho Los Garza.
Uno de los blancos en los que se utilizó la escopeta es un círculo pintado en color rojo y adentro, una calavera cruzada con dos huesos, objetivo impactado con múltiples disparos. Abajo del blanco, las siglas PEC, de la Policía Especializada de Coahuila, corporación que el CDN considera un cártel rival debido a que registra múltiples denuncias de que secuestra y extorsiona con los mismos métodos del crimen organizado.