Las cuatro cosas que más quiere Griezmann en este mundo son, por este orden: su hija de un año, su novia, su pelo y sus padres.
“LOS FUTBOLISTAS NO SALEN DEL ARMARIO PORQUE TIENEN MIEDO”
Las cuatro cosas que más quiere Griezmann en este mundo son, por este orden: su hija de un año, su novia, su pelo y sus padres.
Las cuatro cosas que más quiere Antoine Griezmann (Mâcon, Francia, 1991) en este mundo son, por este orden: su hija de un año, su novia, su pelo y sus padres. ¿Igual hemos exagerado con la tercera posición? Seguramente. Pero tenemos argumentos para sostenerlo. Le preguntamos.
Imagínese que marca el gol de la victoria de una final de Champions en el último minuto. Pero, a cambio, tiene que pagar con algo: se va a quedar calvo. No, no. Imposible. Prefiero que no. Me da igual que sea una final de la Champions [risas]. Que lo meta otro. Pero calvo no [risas].
Griezmann tiene 26 años, pero es un chaval. La mayoría de las cosas que dice, la forma en la que consume su tiempo de ocio (horas y horas de Xbox), su forma espontánea de comportarse… Siempre transmite el aire auténtico y travieso de un adolescente. Este año le preguntaron a Diego Pablo Simeone, su entrenador en el Atlético de Madrid, si hablaba intensa y personalmente con todos los jugadores antes de las citas importantes. “Sí”, respondió. “¿Qué le dice a Griezmann?”, le cuestionaron. Y el técnico señaló: “Ummmm. A Antoine es al único al que no hay que decirle nada. Él sale ahí y juega”. Como un chaval.
El futbolista se sienta para charlar con ICON dentro de los compromisos que tiene como imagen de la marca de champú H&S. Vamos a hablar de todo... menos de fútbol. La temporada ha finalizado con un balance para él relativamente positivo. No hay títulos, pero su equipo ha terminado tercero en la Liga, lo que le da el paso a la próxima Champions. Además, ha alcanzado las semifinales de las otras dos competiciones importantes, la Copa del Rey (donde cayó ante el Barcelona) y la Champions (derrotado por el Real Madrid).
Su cotización ha subido y, si hacemos caso a la clasificación del Balón de Oro, es el tercer mejor jugador del mundo, por detrás de Ronaldo y Messi. En el último partido de Liga Antoine se ganó además un hueco eterno en el corazón de la afición al brincar, con ganas, ante el grito rojiblanco: “¡Quién no salte madridista es, es!”. Después de unos días de zozobra para la hinchada del Atlético, parece ser que el francés vestirá de rojiblanco durante el primer año en el Wanda Metropolitano.
Los futbolistas no salen del armario porque tienen miedo a que les insulten. Si yo fuera homosexual lo diría. Aunque es más fácil decir esto cuando no lo eres”
Usted siempre ha dicho que su ídolo es David Beckham. ¿Qué le atrae de él fuera del campo? Cada vez que va a un acto siempre hay flashes sobre él y eso indica que llama mucho la atención. Por su pelo, el traje que lleva, la clase que tiene... Eso es lo que más me gusta.
O sea, a usted le gusta el glamour. Sí, me gusta ver cómo van vestidos actores, cantantes... Ver cómo llevan el pelo, el traje... Miro lo que publican en sus redes sociales y copio el look: una sudadera, una chaqueta...
Qué es lo último que ha copiado. A J. Balvin, un cantante de reggaeton. Le vi en una foto con una chaqueta de Gucci, me gustó mucho y me la compré.
¿Cuál es para usted el concepto de elegancia en un hombre? Alguien que se pone cualquier cosa y le queda bien. Por ejemplo, Beckham puede salir en pijama y está elegante. Cualquier otro le ves en pijama y dices: ‘Vaya pintas’. Pero él, aún así, tiene estilo.
Usted tiene estilo en pijama. (Risas) No, no. Yo creo que un hombre con traje siempre está elegante.
Hablando de Beckham. Recientemente dijo: “Sigo el 90 % de las veces lo que me dice Victoria”. Le pasa a usted lo mismo con su pareja [la donostiarra Erika Choperena, con la que tiene una niña de un año, Mia; se conocieron en San Sebastián: Griezmann fichó por la Real con 13 años]. No. A veces me puede sugerir algo. O me prepara un look en la cama y me lo pongo. Depende. Sobre el pelo no suelo preguntarle. Al principio no le gustaba nada, pero luego se acostumbró. Solo el 50 % de las veces le hago caso.
Usted le llama “la jefa” ¿no? Sí, porque es la que me lleva todo. Hay obras en casa y es ella la que lo maneja todo, los papeles de la casa, del club… Yo me olvido del papeleo. Así solo pienso en el fútbol. Y eso me viene muy bien.
Oiga, una curiosidad: ¿por qué los jugadores de fútbol se dan manotazos en el culo, cosa que nunca se hace fuera del campo? No sé. A veces también acariciamos el pelo del compañero. Eso en la calle no lo hacemos, es verdad. Creo que lo del culo es porque es la parte que está más cerca de la mano (risas). No creo que sea cariño. Yo por tocarle el culo a alguien no le voy a tener más aprecio. Es más como para bromear.
¿Le han dado alguna vez un beso en la boca cuando ha metido un gol? No, nunca. Pero vi a algunos que sí les pasó. A veces, cuando ganas algo importante, se hacen esas cosas… A mí no me gusta, pero igual lo hago dentro de un año, cuando gane un Mundial o la Champions. Depende de la felicidad que puedas tener.
¿Por qué cree usted que ningún jugador dice abiertamente que es gay? Ummm. Es una buena pregunta. Yo creo que en el fútbol no es habitual porque nos hacemos los duros y los fuertes. Y tenemos miedo a lo que puedan decir. Yo no tengo nada en contra: respeto a todo el mundo.
Si usted fuese gay, ¿tendría el valor de salir del armario, o entiende a los futbolistas que ocultan su homosexualidad? Hay mucha gente mala en el fútbol. Y pueden tener miedo a ir a los estadios y que les insulten. Yo creo que lo haría. Claro, es más fácil decirlo cuando no tienes que pasar por ello.
¿Qué parte de su cuerpo le gusta menos? Mis piernas.
¿Perdón? Si dicen que valen 100 millones de euros... Es que a veces me quiero poner un pantalón pitillo y con los muslos y los gemelos tan musculosos no me gusta cómo me quedan.
¿Qué hace en el descanso de los partidos: se ducha, se cambia de camiseta...? No, no me ducho. Pero sí me cambio de camiseta. Lo que sí que me mojo es el pelo. Me lo pongo para atrás y me pongo la cinta.
¿Sigue jugando con unos calzoncillos de Bob Esponja? Ya no. Lo dejé cuando estaba en la Real Sociedad. Me gustaba mucho y me daba suerte, pero ya lo dejé. Al principio me hacían muchas bromas, pero luego los compañeros ya estaban muy acostumbrados.
¿Cuáles son las joyas de su armario? Una camiseta rosa de Yves Saint Laurent, una sudadera de la marca de mi hermano, una chaqueta vaquera de Gucci...
Creo que lleva fotos de gente que admira en la espinillera. Y sale a jugar así. Sí. Tengo fotos de mi novia, de mi familia y de los amigos que tengo en la Real Sociedad. Están pegadas en la espinillera.
¿Se echa cremas? No, nunca. Mi hija ya tendrá tiempo de pintarme todo lo que quiera (risas).
Hablando de su hija. Cuentan que no duerme en la misma habitación que su mujer y ella. Antes la niña tenía cólico y dormía mal por las noches. Mi jefa se encargaba de ella y yo me iba a otro cuarto para poder descansar para el partido. Ahora dormimos los tres juntos. Y si se despierta voy yo a darle el chupete.