El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se está haciendo del territorio de Tierra Caliente, en Michoacán. Aguililla, Coalcomán, Tepalcatepec, entre otros lugares, son desde hace semanas escenario de una disputa de algo más que una ruta del narcotráfico.
El objetivo es el control total del territorio y su población, que vive sitiada por los constantes enfrentamientos entre el CJNG y Cárteles Unidos, organización delictiva conformada por la Nueva Familia Michoacana, los Viagra, los Caballeros Templarios y el Cartel de Tepalcatepec.
Los habitantes de la región han quedado en medio de la disputa y sin el auxilio policial o militar, a pesar de que el Ejército y la Guardia Nacional cuentan con instalaciones cerca de la zona.
En su imparable expansión por el territorio michoacano, CJNG se está apoderando de las comunidades del municipio de Tepalcatepec, mediante constantes bombardeos aéreos realizados con drones que lanzan potentes explosivos sobre la indefensa población rural.
Estos ataques terroristas son la novedosa estrategia de avanzada de la organización criminal, pues provocan que los pobladores huyan atemorizados para que ya después los sicarios armados entren por tierra en las comunidades vacías, apoderándose poco a poco de esta importante ruta de la droga ubicada en la llamada Tierra Caliente, colindante con Jalisco y Colima
Para salvar sus vidas, los miles de pobladores expulsados se refugian sobre todo en la cabecera municipal –ya prácticamente sitiada por el cártel–, emigran a otros estados o de plano huyen a la frontera norte con la intención de entrar en Estados Unidos como asilados políticos, víctimas de una crisis humanitaria de grandes proporciones.
CONFLICTO SE EXTIENDE
“Aquí en Michoacán el conflicto se está extendiendo: primero fue en Aguililla y ahora es en Tepalcatepec, donde los grupos de la delincuencia ya tienen estrangulada a la población”, comenta preocupado el obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García.
–¿De qué manera apoya la Iglesia a los miles de desplazados?
–En primer lugar con la presencia de nuestros sacerdotes. Pero también ayudando desde la caridad: estamos apoyándoles para que reciban alojo con familias de aquí de Tepalcatepec, pero también les repartimos despensas en la medida de nuestras posibilidades, pues somos una diócesis pobre.
El domingo 5 de septiembre, con sotana blanca y estola colgada al pecho, el obispo acaba de oficiarles una misa a cientos de desplazados que atiborraron el templo de Guadalupe y se desbordaron hasta el ardiente atrio embaldosado: son campesinos sudorosos con la cabeza descubierta y sus sombreros y cachuchas enroscadas entre las manos; niños y mujeres apiñadas a la sombra de los árboles del atrio, guareciéndose del sol punzante.
OBISPO
EN HOMILIA
“No encuentro un solo municipio libre del virus del narcotráfico”, les dijo el obispo en su homilía. Leyó la carta que les envió el Papa Francisco, donde les pide no enrolarse en el circuito del narcotráfico y la violencia. Lamentó la muerte don Vicente Vargas, un conocido poblador de la comunidad de El Cazangue, recién asesinado por los sicarios que tomaron esa ranchería. Y les recordó que es deber de las autoridades darles seguridad.
Al terminar la ceremonia, mientras ve dispersarse a los fieles que abandonan el recinto religioso, el obispo comenta a Proceso: