López Obrador, un generador de polarizaciones

Siempre ha sido y sigue siendo un líder muy popular. Y su popularidad, en su aproximación particular a la política

En un amplio inventario que hace sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador –a quien asesoró en su campaña de 2012 y cuya trayectoria ha seguido hasta la fecha–, el consultor político Luis Costa Bonino lo recuerda como “un inmenso, maravilloso candidato”, si bien no lo ve asumirse plenamente como presidente en el ejercicio del poder al cambiar la “República Amorosa” por un discurso que convierte a sus adversarios en enemigos.

Siempre ha sido y sigue siendo un líder muy popular. Y su popularidad, en su aproximación particular a la política, es una cuestión de fe, no una evaluación de su tarea como presidente”, dice el estratega uruguayo, quien también fue asesor de campaña del expresidente de ese país José Mujica; de Ollanta Humala, de Perú, así como de Francois Mitterrand y el actual, Emmanuel Macron, de Francia.

En entrevista con Proceso desde París, Costa Bonino afirma que López Obrador puede llevar los siguientes tres años de su mandato de tal forma que lo termine en lo más alto y quede como un gran presidente, con un lugar privilegiado en la historia de México. 

Eso pasará si incluye a todos los actores políticos relevantes en el debate de los temas trascendentes del país y la construcción colectiva de las grandes estrategias y políticas nacionales.

“Hoy tiene todo el poder para cambiar, tiene todo el poder para lograr un futuro con más justicia y prosperidad para los mexicanos. Pero todo eso puede alcanzarlo si mira al futuro de manera generosa, no si mira al pasado de manera rencorosa y mezquina.”

“EL CHAROLAZO”

Costa fue consultor de la campaña presidencial del tabasqueño durante cuatro meses de 2012, hasta finales de mayo de ese año, cuando fue separado del equipo (en el que hacía mancuerna con el cineasta Luis Mandoki) después del episodio conocido como “el charolazo” o “pase de charola” presuntamente a un grupo de empresarios durante una cena (Proceso 1858), del que se le responsabilizó. 

El doctor en ciencia política del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de París lo ha negado enfáticamente, y lamenta que hasta la fecha no ha podido volver a hablar con López Obrador sobre lo que en sus palabras realmente ocurrió: un boicot de integrantes del equipo de campaña, pertenecientes al círculo más cercano del hoy presidente, entre quienes menciona a César Yáñez y a operadores del canciller Marcelo Ebrard.

Pese a ese momento de crisis por el que fue públicamente acribillado, particularmente desde el PRI, Costa se mantiene hasta la actualidad al tanto del desenvolvimiento de López Obrador en la Presidencia, y también de Morena, pues ha sido asesor de varias de sus campañas. La más reciente, con la candidata y actual alcalde de Tapachula, Rosa Irene Urbina Castañeda, primera mujer en ganar la presidencia de ese municipio chiapaneco.

En esta disección con la que se acerca al ejercicio de gobierno lopezobradorista, afirma: “Andrés Manuel es, como presidente, antes que nada, el candidato seductor de siempre”, cuya popularidad no necesita de éxitos demasiado grandes para mantenerse y con el cual “a México no le va mal” en aspectos como la economía, estimulada por el crecimiento de Estados Unidos.

Costa desmenuza esa popularidad (de 64%, según encuestas como las de Mitofsky a noviembre) en términos religiosos. “Hay números inmensos: los 30 millones de votos que tuvo en 2018, la popularidad. Pero la naturaleza de esa popularidad tiene varias fuentes; ese 60% es practicante de AMLO, aunque no sea del todo creyente”.

Una explicación viene de un supuesto pacto con el PRI. “El elemento decisivo, complementario, que volcó definitivamente la elección a favor del presidente, fue que la poderosísima estructura del PRI se volcara masivamente a apoyar a López Obrador. La hipótesis de un acuerdo intraélite, AMLO-Peña Nieto, me parece inevitable para entender los resultados. Creo que la incomprensible campaña de José Antonio Meade, centrada en el tema corrupción, que insultó de manera permanente al PRI y a Peña Nieto, fue una variable de enorme peso para el resultado final”.

Además, parte de esa estructura, asevera, se quedó “a vivir tranquilamente al calorcito del poder”, incluyendo a militantes del PAN y de otros partidos. “Todos ellos sí son practicantes y les encanta ser practicantes, pero no son en absoluto creyentes, no son adoradores de López Obrador”.

Gracias a este mismo “pacto intraélites” con el PRI, Morena es desde 2018 un partido de muy alta eficacia electoral. “Morena es un partido abierto a todos y no hace preguntas”.

Por ello, Costa ve absolutamente inú­til la consulta que para la revocación del mandato se prepara para el próximo año, la cual cree que tiene un propósito ulterior: “Cuantos más números aplastantes se puedan lanzar sobre la sociedad mexicana, más considera (AMLO) que tiene de alguna manera un poder absoluto; que la mayoría aplastante tiene que aplastar también a la oposición en algún sentido; achicar los espacios de la oposición”.

Costa también ratifica lo que anotó en notas de campaña que escribió en 2013 –un año después de la elección, la segunda en la que AMLO no resultó triunfador– al examinar ahora al mandatario a la mitad de su sexenio: “Había dicho de manera muy fundamentada que no quería ser presidente y sigo creyendo que él no quiere serlo en la medida en que lo es un presidente de manera universal, en lo que se espera de un presidente”.

Como ejemplos cita la aversión que tiene López Obrador por el trabajo de escritorio y por otras cuestiones complejas del trabajo gubernamental, como generar o acompañar políticas públicas, implementarlas, trabajar en equipo con sus colaboradores.

“Todo eso es absolutamente ajeno a su constitución personal, afectiva. La forma de hacer política de López Obrador es estar él de un lado, solo, y una multitud del otro lado, que lo mismo pueden ser personas comunes, militantes de su partido o periodistas, como ocurre en la conferencia mañanera.”

La conferencia matutina es vista por el estratega electoral como una especie de tautología o sobredefinición de sí mismo, que puede ser extraña para muchos. “¿Cómo el presidente puede gastar su precioso tiempo todas las mañanas hablándole a la prensa o regañando a la prensa o recibiendo loas y adulaciones? Pero es su modelo de ejercicio del poder”.

En esta parte, Costa advierte riesgos por el tono del discurso que resuena en las conferencias diarias. “Para mí, la cuestión de la polarización de López Obrador, que él genera, provoca o alimenta, no es una cuestión básicamente política; es una cuestión de identidad, la necesidad de identidad de su gobierno y de su partido, que es un instrumento de acción política”.

Porque en Morena, dice Costa Bonino, no existe una identidad propia. “Hay un PRIANPRD dentro de Morena y otro PRIANPRD fuera de Morena”, por lo que la identidad de Morena y la identidad ideológica de Andrés Manuel López Obrador “debe encontrarse por distancia y diferenciación de sus adversarios; es decir, no por lo que es, sino por lo que no es”, lo que lleva a maximizar una tensión política entre “amigos y adversarios”, así definidos en el lenguaje del presidente.

En este discurso no cabe la posibilidad del debate político o social; “sus creencias no se prestan, el debate político lo hace la oposición. El presidente únicamente los descalifica”.

Del lado de “los amigos”, en cambio, el presidente ha sabido sumar a las fuerzas armadas, sin que para Costa signifique un afán de militarización desde su gobierno, sino más como otra muestra de la seducción personal de López Obrador para tenerlas de aliadas y corresponderles con decisiones, como la de otorgarles la construcción y administración de las obras emblemáticas de su gobierno. 

“En su política hacia los militares, Andrés Manuel ha sido pragmático y ha querido darles un espacio en tareas de mayor prestigio, para permitirles una mayor autoestima. La política de AMLO es tratar de seducir al mayor número posible de personas e instituciones.”

–¿Eso puede significar un riesgo?– se le pregunta a Costa Bonino.

–Hay gobiernos perfectamente democráticos que tienen un vínculo diferente con las fuerzas armadas. Yo no veo que sea una especie de estrategia militarista, sino básicamente una estrategia de seducción hacia él de las fuerzas armadas para tener más apoyo, nada más. Pero el riesgo que comporta agregar tareas civiles a las fuerzas armadas siempre es muy grande y siempre debe hacer sonar la alarma de la democracia.

Retrato hablado

- Actualmente asesor de la candidata presidencial hondureña Xiomara Castro (la elección se habrá efectuado el domingo 28), Costa Bonino no ha dejado de poner la mirada en la política mexicana y en López Obrador y su gobierno.

- Proceso pregunta al consultor sobre el perfil de López Obrador desde la perspectiva de la estrategia política, su paso por la campaña de 2012, su discurso, el ejercicio de gobierno y cómo visualiza los próximos tres años del sexenio. 

- En el repaso desde la primera campaña presidencial, la de 2006, hasta el presente en Los Pinos, el experto ve cambios en el discurso del presidente, en su actitud hacia la política y hacia México. 

- “Yo admiraba su figura, que era todo futuro, amor, cambio y justicia para México. Hoy no me gusta que su discurso esté centrado en el pasado, que el amor se haya cambiado en convertir a sus adversarios en enemigos.”

- Aunque en el fondo, sostiene, López Obrador es exactamente el mismo como candidato que como presidente, “un líder social y, en muchos sentidos, un líder de índole religiosa, antes que un líder político. Su pensamiento y su lógica de acción política no son racionales; son contenidos afectivos, impregnados de pensamiento místico, y también maniqueo, que divide al universo político mexicano entre el bien y el mal”.

- Esta estructura del pensamiento del presidente, que expresa en su discurso, le da la ventaja de ponerlo a salvo del escrutinio político y del debate nacional, asegura.

- Incluso, abunda en la construcción emocional que ha hecho el presidente de la política, la historia y la sociedad mexicana, “cargada de mitologías”, tales como la sacralización de los indígenas, la maldad intrínseca de los conquistadores y sus herederos, que lo ha llevado, por ejemplo, a exigir a España que pida perdón a México por la Conquista, “el bochorno internacional”, dice Costa.