LIVERPOOL, Gran Bretaña
El despliegue militar ruso junto a la frontera con Ucrania ha dominado la conversación entre los ministros de Exteriores del Grupo de los Siete de democracias acomodadas en la ciudad inglesa de Liverpool.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN y el G7 temen que el movimiento de tropas y armas rusas a la zona de la frontera pueda preceder a una invasión, y han prometido imponer duras sanciones sobre la economía rusa si eso ocurre.
Moscú niega tener cualquier plan de atacar a Ucrania y acusa Kiev de tener sus propios planes de agresión.
Truss, que habló de la crisis con el secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, y otros diplomáticos del G7, dijo que el grupo enviaría “una señal potente a nuestros adversarios y nuestros aliados”.
“Hemos sido claros en que cualquier incursión de Rusia a Ucrania tendría enormes consecuencias que supondrían un alto coste”, dijo en una conferencia de prensa en el último día de la cumbre de fin de semana.
Era probable que los jefes diplomáticos de las naciones G-7 -Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón- incluyeran una severa advertencia a Moscú como parte de sus conclusiones de la conferencia el domingo. Estaba menos claro cuántos detalles darían sobre las medidas que podrían tomar.
En lo que a sanciones económicas se refiere, Truss dijo que el G-7 “considera todas las opciones”.
Un funcionario estadounidense de alto rango en las conversaciones del G7 dijo que los ministros estaban de acuerdo en su “preocupación extrema” sobre la situación en la frontera entre Rusia y Ucrania y acordaron la necesidad de tomar firmes medidas que pudieran aplicarse “muy, muy rápido” si Rusia no acataba las advertencias de retirarse.
Estados Unidos y sus aliados han minimizado las posibilidades de una respuesta militar para defender a Ucrania, y señalado que los esfuerzos se centrarían en dura sanciones que golpearían la economía rusa, en lugar a de a personas concretas.
En Estados Unidos, los periodistas preguntaron el sábado al presidente, Joe Biden, sobre la posibilidad de enviar tropas de combate a Ucrania, y dijo que la idea nunca se había considerado. “¿Están ustedes dispuestos a enviar tropas estadounidenses a la guerra e ir a Ucrania a combatir con rusos en el campo de batalla?”, preguntó.
Biden dijo que había dejado claro que en caso de invasión, “las consecuencias económicas para su economía serían devastadoras. Devastadoras.
Otros temas en la agenda para la reunión en el Museo de Liverpool eran las demostraciones de fuerza de China en la región del Indopacífico y el maltrecho acuerdo nuclear de Irán.
A menudo, conseguir una respuesta unificada del G7, un grupo de países con intereses dispares, ha resultado difícil.
Alemania tiene previsto recibir pronto gas ruso a través del controvertido gasoducto Nord Stream 2, que evita pasar por Ucrania. Gran Bretaña, que no depende del gas ruso, suele adoptar una postura más firme sobre el ducto, pero enfrenta duras preguntas sobre el distrito financiero y el mercado de bienes raíces en Londres, dos núcleos para el dinero ruso.
Las autoridades bancarias y financieras británicas han sido criticadas desde hace tiempo por supuestamente ignorar el origen turbio de los fondos, pero Truss insistió en que Gran Bretaña tiene “normas muy fuertes contra la corrupción y el lavado de dinero”.
Los países del G7 también están cada vez más preocupados por el creciente dominio económico y tecnológico de China, especialmente en los países en desarrollo. El G7 ha lanzado una iniciativa llamada “Reconstruir un mundo mejor”, para ofrecer financiamiento a los países en desarrollo para grandes proyectos de infraestructura, como alternativa al dinero de China que, según afirma Occidente, a menudo llega con condiciones.
Truss dijo que el G7 está “preocupado por la política económica coercitiva de China” y fomentar el “comercio de las democracias amantes de la libertad”.
“Por eso aumentamos nuestra inversión sobre países de bajos y medios ingresos”, dijo.
Sin embargo, el G7 aún no tiene una posición unificada ante China, dado que Estados Unidos y Gran Bretaña suelen adoptar estrategias más duras que otros socios.