Servicios de Carvajal (parte 5)

Después de lo de Xalpa, se dirigió a la ciudad de México para presentar sus planes al virrey y para después llevar a la Audiencia de México, información concerniente a sus servicios prestados a la Corona

Después del descubrimiento en el noreste de la Nueva España, Luis de Carvajal hizo un viaje a Sevilla en la primavera de 1574, regresando del Viejo Mundo en el verano del siguiente año de 1575. En España, visitó a su esposa y a su suegro Miguel Núñez, donde se enteró sobre los nuevos reglamentos para los nuevos descubrimientos en el nuevo continente: exploración, pacificación y asentamientos.

Prontamente a su regreso, el virrey Enríquez le dio una importante comisión, enfocada en aplacar un alzamiento en el territorio montañoso del pueblo de Xalpa (Jalpan de Serra, Querétaro). Era una rebelión que se había extendido a diferentes pueblos, tales como Xilita y Tamansunchal (Tamanzunchale) en la actual entidad de San Luis Potosí, así como en los pueblos de Chapuloacán, Tlachinol y Molango, y otros al norte del actual estado de Hidalgo.

Antes de la rebelión, la región era protegida por soldados bajo el mando de don Francisco de Puga. El virrey ordenó a Carvajal que se hiciera cargo de la situación en Xalpa (Jalpan), mientras que Puga controlara el resto de la frontera. El virrey explicaba en la comisión, que los indios pamines (pames), chichimecas y guachichiles, se habían sublevado en contra del servicio de su majestad, atacando pueblos de la sierra tan lejos como la villa de Valles y el pueblo de la Tamaholipa. 

Para los indígenas sublevados, si fueran encontrados culpables, sus líderes debían ser ejecutados. A sus guerreros les amputaban algún miembro del cuerpo y al resto de los indígenas de más de 11 años de edad, eran vendidos en servidumbre. Los niños pequeños eran separados de sus madres para su adoctrinamiento en la fe católica. 


Detalle de mapa de la Sierra Gorda y Costa del Seno Mexicano del siglo XVIII donde aparece el pueblo de Xalpa, el cual fue pacificado por Carvajal en 1576. Biblioteca del Congreso, Washington, DC.

EJECUCIÓN DE COMISIÓN

Desde unos días antes que le dieran la comisión en 1576, Carvajal se desempeñaba como magistrado en Guejutla (Huejutla, Hidalgo); cuando recibió órdenes del virrey Enríquez para que se dirigiera a Xilitla y resistiera la rebelión indígena de Xalpa. En Xilitla construyó una palizada para la defensa contra la rebelión y retornó a Guejutla, donde recibió la comisión para finales de abril de ese año.

Carvajal reclutó soldados e indígenas en diferentes pueblos amigos de la región. En el monte, encontró guerreros sin ropa y con las caras pintadas; los atacó y los hizo prisioneros, llevándolos a Xalpa. Los alimentó, los vistió y les ordenó que fueran a avisar a los indios alzados que él venía solo para ayudarlos y evitar que otros indios o españoles les hicieran daños, ya que estos venían a matarlos.

Ocho días después, los indios trajeron a los rebelados, a quienes les repartió comida y a los principales les dio frazadas; logrando apaciguar así la rebelión. Según su biógrafo Samuel Temkin, Carvajal veía a los indígenas como seres humanos, manteniendo una buena relación con sus líderes a los cuales se dirigía a ellos por sus nombres.

Carvajal y don Francisco de Puga, en acuerdo pidieron al virrey reconstruir el pueblo de Xalpa y construir un fuerte de piedra para contener cualquier levantamiento indígena. Se le pidió al encomendero Francisco Barrón que diera el apoyo de sus indios para la construcción de este fuerte. Con fuertes órdenes del virrey, el fuerte fue concluido a finales del año 1576, o principios de 1577.

El trato humano hacia la población nativa fue una característica de las soluciones al conflicto por Carvajal, aunque esta política era continuamente dañada por los encomenderos y soldados, que aprovecharon la situación de guerra en los pueblos aledaños a Xalpa. Un segundo levantamiento ocurrió inmediatamente después, el cual fue resuelto también por Carvajal. Debido a esto, sus detractores crearon una engañosa y falsa información contraria a sus políticas con los indígenas, que le afectaría en su juicio con la inquisición años después.

LA RECOMPENSA

Habían pasado ya diez años desde su llegada a la Nueva España, donde había servido a la Corona de muchas formas, por lo que Carvajal buscó una recompensa por sus servicios en nombre del Rey. Después de lo de Xalpa, se dirigió a la ciudad de México para presentar sus planes al virrey y para después llevar a la Audiencia de México, información concerniente a sus servicios prestados a la Corona. 

Carvajal entendía que, si sus méritos eran aprobados, la información quedaría registrada en un documento oficial, el cual sería transmitido al rey de España, a través del Consejo Real y Supremo de las Indias.

Por las consideraciones del virrey, sus actividades habían sido meritorias; razón por lo que fueron presentados ante la Audiencia, una lista de sus servicios y de nombres de individuos que servirían como testigos. Esto tuvo también la aprobación de algunos de los oficiales de la Corona. El primer poder legal lo adquirió el 4 de junio de 1577, para aparecer ante el rey y el Real Consejo de Indias, después de haber sido presentado ante el virrey y los oidores de la Audiencia de México.

En ese año, Carvajal se la había pasado buscando personas dispuestas a testificar a su favor sobre sus méritos de servicios. El primer testimonio presentado de un testigo fue el 16 de enero de 1578 y el último se presentó 2 meses después de esa fecha. En ese período, se presentaron en total 33 testigos ante el doctor Arévalo Cedeño, oidor de la Audiencia y ante otros magistrados de diferentes puntos de la Nueva España.

Entre los testigos más relevantes se encontraban: el teniente Francisco de Puga de la frontera chichimeca; el doctor Luis Villanueva, ex oidor de la Audiencia de México y además un especial emisario del rey; el fraile Pedro de San Luis, de la provincia de Pánuco y fundador espiritual de Tampico; el ex alcalde de la provincia del Pánuco, Alfonso Ortiz de Zúñiga; además del virrey Martín Enríquez. Todos estos personajes eran importantes representantes en la Nueva España.

Carvajal buscaba que el rey y los caballeros del Real Consejo, le cedieran el privilegio de trabajar en una posición honorable, en el descubrimiento y asentamiento de las provincias donde había servido. En realidad, lo que quería era, ser nombrado gobernador de las tierras que había descubierto y explorado.

Él estaba consciente que la aprobación del Consejo no garantizaba sus pretensiones y por esa razón, planeó ir a España a presentar su caso en persona. Fue entonces que regresó al Pánuco, a prepararse para su viaje a España. Ahí en San Esteban del Puerto (Pánuco) recibió un último poder legal. Se embarcó en uno de los barcos de la flota española, la cual llevaba además de los pasajeros y mercancías, un sinnúmero de documentos oficiales del virreinato, entre los que se encontraban la información de oficio de los méritos de Carvajal. Esta flota llegaría a España en julio de 1578.

Después de reencontrarse con su familia en Sevilla, Carvajal se la pasó dos años cabildeando con los miembros del Consejo de la Audiencia, para adquirir la famosa Capitulación que, incluiría el territorio entonces nombrado como Nuevo Reino de León. El rey le otorgaba al capitán Luis de Carvajal de la Cueva esto, por sus servicios prestados a la Corona. 

En una próxima nota narraremos a qué se había comprometido Carvajal en esta Capitulación y sus preparativos para cumplirla.