El Mañana / Staff.- Un lúgubre pasillo da la bienvenida al Mercado Zaragoza.
Cae la tarde, un sábado de mucho sol, pero insuficiente para iluminar al interior del mercado.
Las cortinas de acero dan un toque tétrico. Pasillos solos. Con paredes carcomidas cubiertas de telarañas.
El Mercado Zaragoza se muere ante la vista de todos.