La villa de Mier en el paso del Cántaro contaba con 2,831 habitantes; la mayoría de ellos eran agricultores o ganaderos. Sus casas, en su mayoría, tenían techos planos y estaban bien construidas con piedra arenisca de la periferia, mostrando cierto grado de comodidad. Las calles no se encontraban bien alineadas, pero la villa no era nada deprimente.
Berlandier describe a sus habitantes como industriosos; en casi todas las casas se encontraban telares en los cuales tejían sarapes y colchas, de una calidad reconocida en la región. La agricultura no se practicó con irrigación, todos sus campos de cultivo eran de temporal en los bancos del río Bravo, donde las inundaciones se llevaban o sumergían sus cosechas. El poblado estaba situado en los bancos de un arroyo conocido como Mier (río Álamo) que surca la formación de piedra arenisca.
En las orillas del poblado habitaba un pequeño grupo étnico conocido como "Garza", muy parecido al de los indígenas carrizo, que estaba relacionado con Laredo. Todos los miembros del primer grupo nativo hablaban perfectamente el español, aunque habían conservado su propia lengua. Guardaban poco de sus tradiciones, la excepción era su desnudez y su gusto por la cacería en los montes, su forma de subsistencia original. El científico francés menciona que les gustaba vivir en el pueblo donde tenían sus chozas. El jefe de esta etnia manifestó que no eran más de ochenta guerreros en ese grupo.
El jefe de los indios garza, le explicó a Berlandier que existían dos unidades étnicas conocidas como carrizo, que, aunque parecidas, se distinguían porque hablaban totalmente diferentes lenguas. Para los garza, los carrizo "yemé" vivían en el entorno de Laredo, mientras que los carrizo "yué" habitaban en las inmediaciones de Camargo. Estos últimos estaban emparentados con los garza, a quienes Berlandier observó convivían en sus festejos.
Sabemos por otras fuentes que los carrizo de Laredo y los garza de Mier, hablaban en la lengua nativa conocida como comecrudo, al igual que otros grupos que habitaban a lo largo del río Bravo hasta la desembocadura del río Bravo. Los carrizo "yué" de Camargo sabemos que hablaban el cotoname. Berlandier recolectó varios vocabularios de estas etnias que se encuentran resguardadas en la Biblioteca Británica en Londres. Los garza y los dos grupos carrizo eran enemigos acérrimos de los comanches.
El camino a Camargo se encontraba salpicado de nuevos ranchos de pastores. En lo que había sido una inmensa pradera, para entonces se encontraba cubierta de monte. Berlandier contó unas treinta cruces en todo el camino, las cuales algunas eran muy antiguas e indicaban los lugares donde los comanches habían masacrado a viajeros o pastores. Los rancheros enterraban en esas marcas a sus parientes, otras veces los llevaban desde ahí a ser enterrados en el cementerio del pueblo vecino. Esta vieja tradición de poner cruces en los caminos, todavía perdura hasta la actualidad, en los caminos de la ribereña.
Antes de llegar a Camargo, cruzaron el río San Juan, el cual descarga en el río Bravo a dos millas (3.2 km) al norte de la villa. Berlandier explica que este río pasaba por Salinas Victoria y provenía de los entornos de Parras, muy cerca al desierto llamado como Bolsón de Mapimí. Aquí, Berlandier se refiere al río Salinas que se adjunta al Pesquería y finalmente sus aguas entran al San Juan en Dr. Coss, N.L.; el río San Juan adquiere su nombre de la antigua Estancia de San Juan, cerca de donde confluyen el río Santa Catarina (que pasa por Monterrey) y el arroyo la Chueca (que viene de la presa la Boca). Su ancho lo compara con el río Salado, aunque más confinado. La cama es ancha y muy profunda, pero de repente puede subir entre 30 a 40 pies, al punto de inundar las calles del pueblo de Camargo. Una piragua y una chalana eran utilizadas para facilitar su cruce.
Berlandier explica que, José de Escandón fundó Camargo el 5 de marzo de 1749, cuatro años antes que Mier. En 1829, Camargo llegaba a los 2,587 habitantes, los cuales se ocupaban en las mismas tareas que los de Mier y Revilla; aunque en Camargo había mas arrieros. Las calles eran irregulares y se encontraban pocas construcciones de piedra; como en los otros dos pueblos ribereños, algunas construcciones están fabricadas con adobes.
Camargo era el pueblo del río Bravo que más había declinado considerablemente durante los últimos ocho a nueve años. Berlandier adjudicaba el decremento en la población en parte a las invasiones de los indígenas del norte (comanche y apache); tal vez más importante era que los fundadores de Matamoros, habían emigrado voluntariamente de Camargo y Reynosa a Matamoros, buscando las ventajas ofrecidas por el nuevo puerto abierto al comercio marítimo.
Tiempo atrás, la jurisdicción de Camargo contó con varios cientos de miles de todo tipo de ganado, para entonces contaba escasamente con 25 mil cabezas. Los principales agostaderos se encontraban en la izquierda del río Bravo, donde la municipalidad se extendía hasta la frontera con las lagunas, en lo que es ahora Texas. Ranchos como las Ánimas y Santa Gertrudis, en el camino hacia Soledad, pertenecían a Camargo; las confrontaciones con los lipanes y comanches habían provocado el abandono de numerosas chozas rodeadas de campos de cultivo y hatos de ganado, entre los bancos de los ríos Bravo y el Nueces.
La misión de Camargo, San Agustín de Laredo, recién se había emancipado. Tres frailes veían todavía por los indígenas y los dirigían en sus tareas agrícolas. Las casas de los antiguos indios conversos, se encontraban en el lado izquierdo del río San Juan; debido a su dedicación a la agricultura no los diferenciaba de los criollos. Los Carrizo Yué, quienes se dedicaban a la caza y recolección, tenían también sus casas en los entornos de Camargo, a las cuales siempre retornaban. Berlandier observó que estos indios se hacían entender a través de un lenguaje de señas o en castellano, sus lenguas nativas estaban reservadas dentro de cada etnia.
Esta villa se encontraba entre 13 y 14 leguas de Camargo; una lluvia había refrescado el ambiente, y el monte era más denso. En el camino había tramos llenos de ciénagas y todas las depresiones eran inundadas por el río. Berlandier cuenta que los primeros colonos que arribaron a la parte norte de Tamaulipas se sorprendieron al no encontrar bosques (aquí aparentemente se refiere a la parte no inmediata al río). El monte estaba compuesto principalmente por huizaches y mezquites. Varios ranchos de pastores se veían esparcidos en el camino; el de la antigua Reynosa y el Morrillo, contaban con una población numerosa.
El 19 de agosto de 1829, los expedicionarios llegaron a Reynosa, la cual era en ese entonces la cabecera del Departamento Norte de Tamaulipas; la Constitución de 1825 de Tamaulipas, había dividido el Estado en tres departamentos. Berlandier menciona que la villa había sido fundada el 14 de marzo de 1749, bajo las órdenes del Conde de Sierra Gorda. Las casas se encontraban desniveladas en una loma calcárea (de caliche) en el lado derecho del río Bravo, con una población de 4,060 individuos; contaba con una proporción de cinco hombres por cada seis mujeres. En el censo de 1777, el pueblo tenía solamente 822 individuos de ambos sexos.
El área de cultivo era algunas veces inundada, perdiéndose las cosechas. En el entorno existían números lagos conocidos como esteros que eran inundados anualmente, causando un verdor en sus bancos. Algunos de estos esteros tenían una considerable profundidad, con un ancho de media legua (más de 2km) y se encontraban en ambos lados del río.
El día 20 de agosto de 1829, el grupo de la Comisión de Límites partió de Reynosa hacia Matamoros, al que llegaron al siguiente día; existía una distancia de 25 leguas entre los dos pueblos. Para entonces el general Manuel Mier y Terán había viajado de Matamoros hacia Tampico, a combatir el último intento de España por retomar México.
En un próximo artículo retomaremos este tema y la descripción del francés de la ciudad de Matamoros.
Mapa de Jean Louis Berlandier del camino entre Camargo y Reynosa (circa 1830). Biblioteca Bienecke de la Universidad de Yale.