(Parte 7)
El biógrafo de Carvajal, Samuel Temkin, afirma que, para entonces la mayoría de las personas que emigraron a la Nueva España durante el siglo XVI, ya lo habían hecho; por lo que, para facilitar el reclutamiento de nuevos colonos, Luis de Carvajal buscó a sus parientes que vivían tanto en España como en Portugal. A uno de los que le escribió, mientras se elaboraba la Capitulación, fue a su cuñado, Francisco Rodríguez de Matos, pues pensaba que su hermana y su familia estarían mejor en la Nueva España, donde ya vivía su hijo mayor Gaspar de Carvajal.
Con su pariente Felipe Núñez, Luis de Carvajal fue a Medina de Campo, donde convencieron a Francisco, quien ayudó a reclutar a otros familiares. Ahí vivían el tío Álvaro y la tía Isabel. Algunos descendientes de ella vinieron con Carvajal a la Nueva España.
Carvajal pasó a Benavente, donde otras familias de los De León moraban, para continuar a Astorga donde se encontraba una de sus hijas llamada Isabel Rodríguez, quien estaba casada con Gabriel Herrera; él aceptó acompañarlos, pero desafortunadamente falleció después de esa visita. Sin embargo, Isabel sí acompañó a sus padres a la Nueva España; a la postre esta decisión le causaría muchos problemas serios a Carvajal.
Pasó a Portugal, donde visitó a sus parientes en Alcañízar, Mogadouro (su lugar de nacimiento), Miranda, Cortiços y Mirandela. Regresando a España, se dirigió hacia Sevilla, por la provincia de Extremadura, donde reclutó más gente. Todos los lugares mencionados se encontraban en La Raya (la frontera entre Portugal y España).
Dentro de la cédula que se le envió a Luis de Carvajal de la Cueva, el rey le permitía regresar a la Nueva España con hombres casados con sus familias, sin preguntarles alguna información y sin ningún impedimento. Aunque el rey Felipe, le permitía llevar a cualquiera que él quisiera, quedaba explícito que no deberían de ser de los "prohibidos". Aparentemente el rey confiaba en Carvajal, por su posición de hidalgo, al extenderle la cédula.
También era importante considerar el poco tiempo que tenía Carvajal para montar su expedición y certificar a sus colonos, tal vez por eso se le dio la disposición de decidir a quién llevar. El rey insistió que los hombres reclutados fueran casados y que se relocalizaran con sus familias en el Nuevo Reino de León. A finales del siglo XVI era difícil conseguir cien hombres con sus familias para fundar un territorio desconocido desde España.
Carvajal en su capitulación estaba comprometido con el reclutamiento de 100 hombres, de los cuales 60 debían ser labradores con sus esposas e hijos, mientras que el resto de los hombres debían ser solteros, que servirían como soldados y oficiales. En 1580 en Sevilla, Carvajal declaró solamente 83 hombres, un tanto corto de lo pactado. El biógrafo, Samuel Temkin, sugiere que estos, tal vez, hayan sido los que no presentaron sus documentos de limpieza de sangre en Sevilla y que otros pocos pasaron con sus certificaciones.
Según la lista presentada en Sevilla en 1580, a Carvajal lo acompañaban al Nuevo Mundo 196 individuos, 117 adultos y 79 menores de edad, que sumados con otros que llevaron sus certificaciones a Sevilla, completaban alrededor de 200 pasajeros. Entre ellos venían 69 mujeres, de las cuales 34 eran esposas y 35 eran solteras, un gran número demográfico femenino para la época.
Temkin explica que Luis de Carvajal se concentró más en reclutar a las familias de labradores, soldados y oficiales que, darle la atención adecuada a lo de la limpieza de sangre de los pasajeros. Culturalmente existía entre las familias de nuevos cristianos, el esconderles las prácticas judías a las nuevas generaciones.
Carvajal les dio poder a paisanos, como Alonso Rodríguez y Diego Ruiz de Ribera, para contratar labradores casados, como colonos que no fueran de los prohibidos, como lo sugería el rey. En los contratos se les ofrecía pasaje gratis a la Nueva España, siempre que probaran tener limpieza de sangre. Se les decía que recibirían un trato preferencial durante la repartición de tierras y otros privilegios otorgados por el rey.
En el contrato se estipulaba que los reclutas se debían concentrar con sus familias en Sanlúcar de Barrameda, antes de que partiera la flota al Nuevo Mundo. Los nuevos colonos acordaban vivir en el Nuevo Reino de León, por lo menos por cinco años, bajo las órdenes de Luis de Carvajal de la Cueva. Ellos no se podían ausentar temporalmente de la provincia sin el consentimiento de su capitán, pues recibirían una severa multa de $50,000 maravedís, si omitían las cláusulas de su contrato.
Cada hombre de familia debía pagar una fianza de 30 ducados, que les serían devueltos cuando subieran al barco que los llevaría a la Nueva España. Mientras que los hombres solteros deberían de pagar 20 ducados, lo que equivalía al costo del pasaje al Nuevo Mundo. Según el biógrafo Temkin, las personas que deseaban viajar no se escogían por su nacionalidad, etnicidad o religión, solo era por su voluntad de integrarse a la empresa.
Del listado de 196 pasajeros, se aprecia que la mayora provenía de Extremadura (63), Andalucía (61) y León (45). Uno cuantos (27) provenían de Vizcaya, Galicia, Castilla-La Mancha y Aragón. Aunque el listado no menciona personas de Portugal, es bastante probable que algunos de los pasajeros fueron reclutados en su visita a esos lugares por Carvajal, ya que muestra cierta manipulación en la documentación presentada en su momento.
Un poco más de la mitad de los pasajeros provenían de León y Extremadura que eran parte de "La Raya" con Portugal, donde existía una concentración de población de ascendencia cripto judía, por lo que vendrían una cantidad considerable de nuevos cristianos con Carvajal, al Nuevo Reino de León. Temkin sugiere que alrededor de la mitad de los pasajeros pertenecían a esta etnicidad.
La práctica religiosa del judaísmo era seguida por los adultos y por protección no se le daba a conocer a los jóvenes, hasta que estuvieran maduros. Esto le sucedió al sobrino homónimo de Luis de Carvajal hasta que llegó a la Nueva España con su madre.
El viaje al Nuevo MundoEn los primeros días de junio la flota española zarpó de Sevilla; la conformaban un par de docenas de embarcaciones: descritas como 21 naos, 2 fragatas y la urca de Carvajal. Esta última embarcación era más moderna que las naos, medía alrededor de unos 40 m de largo y era mucho más ancha que las fragatas; tenían una mayor capacidad de carga, pudiendo llevar más de 200 pasajeros.
Una de las embarcaciones, no sumada arriba, pereció en el río Guadalquivir antes de que la flota llegara a mar abierto, donde se encontró con una terrible tormenta que forzó a las naves a refugiarse hacia el sur oriente en la bahía de Cádiz. Según el biógrafo de Carvajal, algunos parientes cercanos de Carvajal se embarcaron en la urca desde Sevilla, parando en el puerto de Bonanza, inmediato a donde Carvajal había citado a sus colonos, en Sanlúcar de Barrameda.
Este puerto auxiliar del de Sevilla, se encuentra en la desembocadura del Guadalquivir y la población donde se encontraba Carvajal con sus colonos, se encuentra hacia el sur poniente, enfrente del Golfo de Cadiz. Ahí en ese puerto se tardaron cuatro días para embarcar a los nuevos pobladores con sus cosas.
La urca de Carvajal se incorporó a la flota que venía desde el oriente por el Mediterráneo hacia el mar abierto, después de la tormenta. Les tomaría a las embarcaciones 9 días para llegar a las Canarias, desde donde zarparon para el Nuevo Mundo. Esta historia del viaje y el arribo de los colonos al Panuco, será narrada en una nueva nota de este matutino.
Detalle de mapa de la desembocadura del río Guadalquivir; se aprecia el pueblo de Sanlúcar de Barrameda, donde citó Carvajal a su gente y el fondeadero de Bonanza, desde donde partieron hacia el Nuevo Reino de León. Elaborado por el fundador de Quebec, Samuel Champlain, en 1599.