La primera etapa de la insurgencia en el río Bravo, 1810-1811

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En sus alegorías, el escritor insurgente oaxaqueño, Carlos María de Bustamante, comparó la propagación de la insurgencia en todo México "Con una enorme masa de estopa pronta a incendiarse con la menor chispita", mientras que el historiador contemporáneo camargense, Carlos E. Castañeda, relacionó la posición precaria de la provincia de Texas en ese tiempo, con un barril de pólvora pronto a explotar, por el reguero del fulminante proveniente desde el estallido suscitado simultáneamente en México y Florida en 1810.

Las villas del norte en el Nuevo Santander, Laredo, Revilla, Mier, Camargo, Reynosa y la recientemente florecida congregación el Refugio (Matamoros), así como sus vecindarios de rancherías a lo largo del río Bravo, quedarían inmersas en la lucha fraticida independentista entre 1811-1813. La insurgencia en esta sección del río Bravo fue influenciada por dos trascendentales sucesos, el primero empujado desde el Bajío en el sur y el segundo avivado desde la franja neutral entre Texas y la Luisiana, en el norte. 

Desafortunadamente, la fragmentada historiografía local ha acomodado indiferentemente los hechos regionales, aislándolos del esquema global de la insurgencia diseminada contra la corona española en sus colonias americanas, donde en algunos eventos figuró a veces la intriga y la participación directa o indirecta de Francia, Inglaterra y en especial de los Estados Unidos. 


Noticias oficiales del levantamiento Insurgente

El 22 de septiembre de 1810, el comandante Félix Calleja de la décima brigada en San Luis Potosí, a la cual pertenecían las tropas militares del Nuevo Santander y Nuevo Reino de León, comunicaba de los eventos en San Miguel el Grande y en el pueblo de Dolores, pidiendo a los gobernadores del noreste reunieran las fuerzas en dicha capital para prevenir el avance de la insurgencia. Habían pasado entre 11 y 13 días desde el estallido insurgente del 16 de septiembre, cuando los gobernadores: Manuel de Iturbe e Iraeta en el Nuevo Santander el 27, Antonio Cordero y Bustamante en Coahuila el 28 y Manuel de Santa María en Nuevo Reino de León el 29, recibieron el comunicado de Calleja. 

Es probable que estas noticias se hayan propagado desde estos puntos hacia las villas del norte en el río Bravo a través de diferentes medios, mientras que la comunicación oficial llegaba más lentamente. El 20 y 27 de octubre, el gobernador Iturbe en su centro de mando en San Carlos, recibe informes sobre batallas logradas por Calleja y el conde de la Cadena y otros eventos. El gobernador también recibió información del 5 noviembre en San Carlos, que posteriormente sería enviada a Reynosa, donde se reafirmaba la retórica contrarrevolucionaria. Otra información recibida el 7 de noviembre en San Carlos, fue despachada después del 27 a Reynosa, en donde se narran las batallas de las Cruces y de San Jerónimo de Aculco y las posibilidades que tuvieron los realistas de capturar a Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo.


El avance insurgente hacia el noreste

Desde noviembre, Mariano Jiménez se eligió como comisionado para llevar la insurgencia hacia el norte, y para principios de diciembre se encontraba en San Luis Potosí donde intercambiarían cartas con José Antonio Gutiérrez de Lara, hermano de Bernardo, los principales insurgentes oriundos de la villa de Revilla (antiguo Guerrero) en el río Bravo, promotores y creadores de las primeras proclamas de insurrección en el noreste.

Para diciembre, se encontraba adelantado Rafael González Hermosillo con la insurgencia, junto con su hijo Ramón y un puñado de hombres que dispersaban, también, la propaganda subversiva en los pueblos del noreste. En enero de 1811, los Hermosillos, como se conocían a los oriundos de la villa de Lagos, Rafael y Ramón, asumen una activa participación en todos los pueblos de Nuevo Reino de León y parte de los del Santander. Rafael González Hermosillo especulamos haya estado en las villas del norte del Nuevo Santander a principio de febrero.

En ese entonces, el obispo de Monterrey del circulo realista, don Primo Feliciano Marín de Porras, se escabullía por las villas del Norte hacia Altamira, cuando sus acompañantes reportaron la insurrección en la villa de Reynosa, cuyos pobladores se habían echado sobre los caudales del virreinato. Los insurrectos habían apresado a José Blas de Iriarte, hijo del administrador de Reales Rentas del Nuevo Santander Juan José de Iriarte, quien lo había mandado a la recaudación de caudales de los seis fielatos y otras alcabalas en las villas del norte.

El 14 de febrero, el español Manuel de Orive, observó en el rancho Santa Gertrudis, al sureste de Camargo, el mismo sitio donde sería la batalla contra los franceses en décadas posteriores, a Pedro Ballí con veintiún hombres llevando preso al joven recaudador para Monterrey. En este último lugar se encontraba don Mariano Jiménez desde el 26 de enero, allí lo visitaron los promotores de la insurgencia del río Bravo, entre los que se encontraban los grupos indígenas garzas o ayaguas de Mier y los carrizo de Camargo. Estos fueron unos de los principales promotores de la insurgencia, durante los siguientes dos años a lo largo del río Bravo. Jiménez había logrado el dominio momentáneo de lo que fueron y serían las provincias internas de oriente.

El español Orive, quien había comprado el indulto a través de bienes incautados por Hermosillo, moriría en manos de los indígenas durante la revuelta de Camargo en mayo de 1812; este era el yerno del principal antagonista del indio Canales, jefe de los carrizos de esa villa. Otro residente español, Manuel de la Fuente, logró escabullirse con el caudal del fielato de Reynosa antes que llegara el joven recaudador Irearte, pero sería también ejecutado dos años más tarde por los insurgentes acaudillados por José Herrera en Camargo.

El control sobre el precio del tabaco causó gran descontento, tanto en su cultivo como en su venta en toda la Nueva España. Un año después de la muerte de Manuel de la Fuente, los nuevos encargados del fielato del tabaco en Reynosa contabilizaron el gran número de cajones, arpillas, petates y otros contenedores que se encontraban vacíos en su casa y que fueron utilizados para la distribución de este tipo de producto. Esta casa se encontraba enfrente de la actual plaza Hidalgo, en la esquina que hacen las calles Morelos y Juárez en Reynosa.

El movimiento insurgente hacia el noreste, acaudillado por Jiménez, pondría momentáneamente al gobernador Cordero de Coahuila en prisión, a Santa María del Nuevo Reino de León casi convertido en insurgente y a Iturbe del Nuevo Santander huyendo hacia Altamira. En San Antonio de Béjar en Texas, la insurgencia surgiría dentro de la milicia que había sido trasladada desde el Nuevo Santander y Nuevo León para proteger la zona neutral entre Texas y la Luisiana, entre el río Sabinas y el río Rojo 

Estas tropas eran comandadas por el antiguo gobernador del Nuevo Reino de León, Simón Herrera quien, junto con el gobernador de Texas Manuel Salcedo, serían puestos en prisión y llevados a Monclova por los insurgentes capitaneados por Juan Bautista Casas, capitán retirado de la milicia del Nuevo Santander, a finales de enero de 1811.

El éxito de los revolucionarios obtenido en el territorio entre San Luis Potosí hasta la frontera de Texas con la Luisiana, pronto se disiparía por una conjura realista emanada en algunos poblados de Coahuila, Texas y parte de Nuevo León, donde el principal autor intelectual sería el mismo gobernador de Texas, Manuel Salcedo. La noticia del 21 de marzo sobre la captura de los principales jefes, incluyendo a Hidalgo y Allende, por Ignacio Elizondo y Tomás Flores, en Acatita de Baján cerca de Monclova, sería enviada inmediatamente por Simón Herrera, para ser copiada en Camargo y luego en Reynosa, a finales de marzo y principios de abril de 1811.

Habían pasado seis meses desde el estallido en Dolores, los jefes de la independencia serían juzgados y ejecutados en Chihuahua, mientras que las brazas permanecían encendidas por debajo de las cenizas de ese primer intento revolucionario a lo largo del Río Bravo. La insugencia en el noreste de México no sería sofocada tan fácil, ya que continuaría por algunos caudillos de la región, a la par con la poblacion nativa del río Bravo hasta bien entrado el año de 1813; pero esa historia será contada en otra ocasión.


Félix María Calleja fue quien informó a los gobernadores del noreste sobre el estallido de la independencia en Dolores.