El 29 de abril de 1931, don Antonio Uresti García en el rancho Los Uresti, al poniente del rancho San Juanito, envió oficio para que se presentaran en Reynosa el padre de la ofendida, su suegro y otros implicados con la desaparición de Nicomedes. Como ya contamos en la nota anterior, el subdelegado municipal de la sección 16 en el rancho San José, Alberto Valdés, había enviado a Reynosa un oficio comunicando que la joven desaparecida había sido encontrada vagando en el campo.
El subdelegado la remitía a esta ciudad, poniéndola a disposición del Ministerio Público. Ese mismo día, el agente de la Viña presentó a la joven para tomarle su declaración sobre los hechos ocurridos en el rancho San Juanito.
DeclaracionesNicomedes Castillo declaraba tener 15 años y meses de edad, dedicada a las tareas del hogar en dicho rancho. Cuando se le preguntó, explicó que conocía a Antonio Galván Bocanegra desde hacía tiempo y tenían relaciones amorosas, aunque no estaban "ratificadas por la ley civil". Ella decía que habían vivido haciendo vida marital, como esposo y esposa.
Ella expuso que ambos, como pareja, tenían la mejor y pura intención de contraer matrimonio, pero debido a causas en contra de su voluntad no lo habían logrado. Ella pensaba que su padre se oponía y no quería otorgarle su aprobación para que se casaran. La joven Nicomedes manifestó que el rapto que hizo Antonio Galván Bocanegra había sido con su consentimiento, ya que le tenía cariño. Ella lo siguió con la mayor voluntad en septiembre del año anterior (1930).
La joven declaró que en el tiempo que tenían haciendo su vida marital en la casa de sus suegros, no había tenido ningún disgusto con Antonio Galván Bocanegra, quien siempre la había tratado bien. Narró que a mediodía del sábado, se había salido de la casa de sus suegros por el maltrato a golpes que le habían hecho sus cuñados María Guadalupe e Ismael Galván.
Todo había ocurrido, cuando la joven se había expresado supuestamente de su cuñada María Guadalupe, diciendo que tenía relaciones con un individuo de nombre Lorenzo Rodríguez; por lo que sus hermanos políticos la habían golpeado ambos con la mano. Esa era la razón por la que Nicomedes se había aislado en el campo, diciendo que ella no había dicho nada sobre la supuesta relación de su cuñada Guadalupe.
Nicomedes anduvo en el campo sin comer, alimentándose de yerbas y durmiendo sola en el monte con mucho miedo. Ella explicó que se abstuvo de ir a la casa de su padre Anuario Castillo, debido a que temía que le pudiera hacer algo por haberse escapado con el hombre con quien hacía vida marital. Afirmaba que no tenía queja en contra de su padre, ni de los padres de su compañero; pues estos últimos la habían tratado siempre bien.
La joven explicó que su salida del hogar de sus padres políticos, fue ocasionado por los golpes que le dieron sus cuñados adentro de dicha casa, cuando su pareja se encontraba trabajando, para evitar que la siguieran maltratando.
Lauro Herrera Olivare presidió el ayuntmiento de Reynosa 1931-1932. El era el presidente municipal cuando ocurrió la desaparición de la joven Nicomedes Castillo.
La joven Nicomedes respondió que ese fue el pretexto para que le pegaran, reclamando que no era cierto que ella dijera sobre el chisme. En eso Guadalupe alegó que si lo había divulgado y causado la discusión entre ellos. Continuaron haciendo reconvenciones ante el Ministerio Público sin llegar a un acuerdo, ambas reafirmando su posición; por lo que el agente de la Viña dio por concluida la diligencia del careo. El acta fue leída y firmada solo por Nicomedes Castillo y los testigos de asistencia, ya que la otra mujer no sabía escribir.
La declaración de Anuario CastilloEse mismo día se le tomó declaración en esta ciudad a Anuario Castillo, padre de Nicomedes; un agricultor reynosense de 53 años de edad, avecindado en el rancho San Isidro el Viejo de la sección 16 de este municipio. Anuario explicó que el rapto de su hija había ocurrido desde el mes de septiembre del año anterior (1930) y que había puesto la queja ante el subdelegado Antonio Uresti García de la sección donde residía. Este subdelegado se encontraba en el rancho Los Uresti.
Así había permanecido la situación, sin saber si se había o no elevado su queja a la presidencia municipal en Reynosa. Fue debido a la desaparición de su hija del rancho San Juanito en abril de 1931, que puso de nuevo la queja ante el subdelegado suplente don Alberto Valdés en el rancho San José.
Anuario Castillo decía al Ministerio Público que no tenía que hacer cargo alguno contra Antonio Galván, pero pedía que este se desposase con su hija Nicomedes, quien era menor de edad; consideraba que los padres de Antonio eran consentidores y la solución era el matrimonio de su ofendida hija.
En el censo que se levantó en el año de 1930, casi el 72% de la población del municipio de Reynosa se encontraba en el ámbito rural. Los ranchos se encontraban en 18 jurisdicciones. Los hechos de esta historia ocurrieron en la sección 16, donde se encontraban los ranchos como el Retamal, Los Uresti, San José, San Juan del Bravo, San Juanito, San Isidro y otros, los cuales se encuentran actualmente en el municipio de Río Bravo.
En el censo de 1930, se aclara que la familia Galván Bocanegra la conformaban los padres y seis de sus hijos que vivían en el rancho San Juanito. Toda la familia sabía leer y escribir con excepción de la madre y la hermana mayor, María Guadalupe. Nicomedes sabemos que sabía escribir, ya que firmó sus declaraciones en el documento que se encuentra en el Archivo Histórico de Reynosa.
Aunque su padre dijo que vivían hacia el sur de San Juanito, en el rancho San Isidro, no aparece su familia en el censo de mayo de 1930. El hombre en el chisme, Lorenzo Rodríguez, era un hombre casado de 45 años de edad con tres criaturas, que vivía al poniente del de San Juanito, en el rancho San Juan del Bravo. En ese lugar trabajaba la pareja de Nicomedes, Antonio Galván, para el administrador francés Juan Elichetse de la hacienda localizada en ese punto.