La mayor parte de las tierras que comprenden actualmente los municipios fronterizos de Reynosa, Río Bravo, Valle Hermoso y Matamoros pertenecieron en forma simbólica al latifundio de origen Colonial conocido después como el Sauto o La Sauteña. Abarcaba una gran extensión del Nuevo Santander, en lo que es hoy el Estado de Tamaulipas; incluía las tierras desde los límites de Nuevo León hasta el litoral costero del Golfo de México, entre las márgenes de los ríos Bravo y San Fernando. Si bien, no incluían los fundos de los pobladores de las villas de Reynosa y San Fernando.
Esta propiedad se manejó desde sus orígenes en la Hacienda de Vigas en el Valle del Pilón, en lo que es hoy Montemorelos, Nuevo León. Uno de sus primeros administradores, Domingo de Iriarte, organizó desde 1774 las primeras diligencias para medir sus terrenos. En realidad, Antonio Urizar, el primer propietario de La Sauteña, no llegó a tener posesión de “La Costa del Río Grande del Norte”, como se les llamaba a los terrenos ribereños entre lo que ahora es el Puente Internacional Reynosa-Pharr y la desembocadura del río Bravo.
Un extenso expediente del año de 1784, ubicado en el Archivo Histórico de Matamoros, incluye las diligencias y el proceso de posesión de más de 113 sitios adquiridos por vecinos de Camargo y Reynosa. Para entonces había fallecido Antonio Urizar, el primer propietario del latifundio, su hermano Andrés Vicente había tomado posesión de las tierras y trataba de vender algunos sitios de ganado a Ignacio de Ayala, representante de los vecinos de Reynosa y Camargo. Desde la penúltima década del siglo XVIII los propietarios ausentistas de apellido Urizar vendieron sus tierras a lo largo del río Bravo y un cuadrado conocido como Santo Domingo, al sur de las Porciones de Tierras de la villa de Reynosa.
Algunos vecinos adquirieron tierras dentro del latifundio a través del gobierno del Estado desde la primera parte del siglo XIX cuando estaba en manos de la familia apellidada del Conde; tal fue el caso del Charco Escondido adquirido por José María de la Garza Adame. Fue durante la penúltima década de los años de 1880, que los herederos de Mariano del Conde vendieron sus grandes extensiones de tierras a la “Sociedad Civil y en Comandita La Sauteña” y a otros particulares.
En mayo de 1907, la mayoría de las tierras pasaron a manos de la “Compañía Agrícola La Sauteña, S.A.”, cuyo principal accionista fue el empresario Íñigo Noriega. A finales del siglo XIX y principios del XX, los empresarios mantuvieron a raya a los antiguos vecinos de la región que ya poseían algunas propiedades dentro del territorio del latifundio.
A unos cuantos meses de que iniciara la Revolución Mexicana, el valor en los manifiestos de los bienes de la Compañía Agrícola era extremadamente superior al del resto de los vecinos de Reynosa, según los expedientes de la Sección de Tesorería en el Archivo Municipal de Reynosa (AMR) de ese año de 1910.
Para ese entonces parte de los ranchos recuperados por la Compañía eran rentados a vecinos en la municipalidad de Reynosa; según algunos documentos en las Sección de Juzgados del Archivo Municipal de Reynosa, los ranchos eran celosamente cuidados por los administradores de La Sauteña. Uno de estos casos es el de la familia de don Canuto Adame, quienes rentaban el rancho Orozco.
Listado de ranchos de la Sección 17ª en documento del AMR.
Los Adames
Durante la última década del siglo XIX, la jurisdicción de Reynosa estaba dividida en 18 Secciones, que estaban conformadas cada una por varios ranchos o comunidades rurales. Dentro de la Sección 17ª se encontraban los ranchos Mezquite, Zapote, Buena Vista, Lobito, Santa Clara, Piedra Agujerada, Santa Rita, Cruz Alta y Orozco. Todos ellos estaban localizados al sur poniente de la villa de Reynosa, siendo el rancho Orozco uno de los que se encontraban más lejos hacia el sur. Aunque el principal oficio de los pobladores en esos ranchos era la cría de ganado, algunos pobladores se dedicaban a la labranza de las tierras.
Según el censo de 1890, la Sección 17ª contaba con 411 pobladores. Para entonces el rancho Orozco tenía 32 habitantes, entre los que se encontraban la familia de Canuto Adame y su esposa Ruperta Salinas de 56 y 46 años de edad respectivamente.
Sus hijos eran Ramón, Román, Santos, Mateo, Hilaria, Victoria, Nicanor, Juanita, Luis y Epifanio, tenían entre 30 y 5 años de edad. Román de 27 estaba casado con Juana Peña de 18 años de edad. Un hermano de don Canuto, Pedro Adame, vivía en Orozco con su esposa Francisca Meléndez. También estaba en ese lugar la viuda Canuta Adame de 60 años de edad, probablemente hermana de don Canuto.
Todos los Adames eran oriundos de Camargo, Tamaulipas, con excepción de los cuatro hijos menores de Canuto, que tenían entre 13 y 5 años. Estos habían nacido en el rancho el Mezquite, al norte de Orozco. Esto indica que los Adames ya estaban viviendo en la Sección 17ª desde antes del año 1877. Por el año de 1897, Canuto y su hijo Ramón pertenecían a la fuerza de rurales en la parte sur del municipio de Reynosa.
Según un manifiesto en la Sección de Tesorería del Archivo Municipal de Reynosa, los bienes reportados por Ramón Adame, el hijo mayor, incluían tres labores sin riego, un jacal con cocina, 32 reses, 25 equinos y 500 animales entre borregos y cabras. Este manifiesto fue reportado en septiembre de 1910, en el mes anterior a la demanda.
Para julio de 1917, Ramón Adame manifestaba que tenía una casa de terrado en Congregación Garza y un jacal pajizo en el rancho Orozco. Para entonces contaba con 9 reses, 1 yunta de bueyes con su carreta, 20 equinos, 200 cabezas entre borregas y cabras. No se sabe si los bienes de Ramón Adame disminuyeron por la demanda impuesta por la Compañía La Sauteña o por los movimientos armados de la revolución que sucedieron por esos años.
Ramón Adame sería ejecutado ese año de 1917 por un pelotón de soldados al mando del coronel Aureliano Santos a la salida del rancho Orozco, junto con el rastreador de huellas Julio Bazán. Fueron juzgados por un consejo de guerra del cabecilla revolucionario Andréu Almazán. Ramón patrocinaba al rastreador para que siguiera a los Almazanistas. Sus cuerpos fueron dejados a la salida del rancho para que sus familiares pudieran darles sepultura.