A la sombra de un fortificado Capitolio de Estados Unidos, algunos cientos de manifestantes llegaron el sábado a un acto en apoyo a los acusados de la revuelta de enero, pero se vieron ampliamente superados en número por la prensa y la policía fuertemente armada.
La Policía del Capitolio, que no dejaba nada librado al azar, estaba reforzada con cientos de agentes traídos a Washington para evitar una repetición de los ataques antes de la juramentación presidencial. Se erigió una valla en torno al Capitolio, la policía de la ciudad estaba en alerta y se pidieron refuerzos a la Guardia Nacional.