SIERRA PAILEMÁN, Patagonia.— Siete cóndores fueron puestos en libertad en la Patagonia argentina, con lo que ya son 64 de estas aves en peligro de extinción las que han sido liberadas en la costa del Atlántico.
Piuque Wenú (Gran corazón) fue rescatado de un parque argentino tras intoxicarse por la ingesta de balas de plomo; Tayel (Canto Sagrado) y Mawun (Lluvia) fueron incubados artificialmente; Pachamama (Madre Tierra) fue criado en un parque francés; Kume Feleal (Buen Vivir) fue criado por seres humanos; Kurruf (Viento) fue rescatado por miembros del Ecoparque de Buenos Aires, y Lihuen (Luz de vida) nació y fue criado en diversos parques de Argentina.
Los siete cóndores fueron liberados el viernes en la Bioestación Sierra Pailemán, que comparten el Ecoparque de Buenos Aires y la Fundación Bionadina, en lo que constituye la liberación más grande de esta especie en peligro de extinción realizada en Argentina.
La acción se enmarca en el programa del “Retorno del Cóndor al Mar” y supone la decimoséptima realizada, con lo que suman 64 cóndores liberados en la costa del Atlántico y hasta 215 en toda Sudamérica.
“La liberación de los pichones, además de ser el momento más emocionante de todo el proceso, es donde se evidencia el necesario trabajo de articulación entre distintos actores de la conservación. Es un privilegio para todos los que trabajamos en el Ecoparque poder hacer nuestro aporte para tan exitoso programa”, señaló en un comunicado Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque, quien participó de la liberación.
A partir de 2009, los ejemplares tuvieron a sus primeras crías y desde entonces han nacido más de 10 pichones.
La imagen de los cóndores en la costa Atlántica Patagónica impresionó a antiguos naturalistas como Charles Darwin, Perito Moreno o Enrique Hudson, pero en el último siglo la extinción local de las especies hizo que verlos se convirtiera en un espectáculo muy poco común.
Gracias a sistemas satelitales de seguimiento de los 64 ejemplares liberados, se sabe que pueden llegar a recorrer distancias mayores a 600 kilómetros desde el sitio donde se les puso en libertad. Su viaje proporciona claves de los lugares esenciales para su conservación.