Las regiones separatistas de Ucrania

La decisión de Putin se produce después de varios días de tensión en el corazón industrial del este de Ucrania, donde desde hace casi ocho años las tropas ucranianas están inmersas en un conflicto con los separatistas respaldados por Rusia que ha dejado más de 14.000 muertos

Moscú

El presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció el lunes la independencia de las regiones rebeldes prorrusas en el este de Ucrania, una medida que alimentará aún más las tensiones con Occidente en medio de temores de una invasión rusa.

La decisión de Putin se produce después de varios días de tensión en el corazón industrial del este de Ucrania, donde desde hace casi ocho años las tropas ucranianas están inmersas en un conflicto con los separatistas respaldados por Rusia que ha dejado más de 14.000 muertos.

A continuación, una mirada a los territorios controlados por los rebeldes en el este de Ucrania:

La rebelión separatista del este

Cuando el presidente ucraniano partidario de Moscú fue destituido por las protestas multitudinarias de febrero de 2014, Rusia respondió anexionando la península ucraniana de Crimea. Luego apoyó la insurgencia en la región este de Ucrania, en su mayoría de habla rusa, conocida como Donbás.

En abril de 2014, los rebeldes respaldados por Rusia tomaron edificios gubernamentales en las regiones de Donetsk y Luhansk, proclamaron la creación de “repúblicas populares” y se enfrentaron a las tropas y a los batallones de voluntarios de Ucrania.

Un mes después, las regiones separatistas celebraron una votación popular para declarar su independencia e intentaron formar parte de Rusia. Moscú no ha aceptado la moción, sólo ha utilizado a las regiones como herramienta para mantener a Ucrania en su esfera y evitar que formara parte de la OTAN.

Tanto Ucrania como Occidente acusaron a Rusia de respaldar a los rebeldes con tropas y armas. Moscú lo ha negado, alegando que los rusos que lucharon allí eran voluntarios.

Mientras se libraban batallas encarnizadas con tanques, artillería pesada y aviones de guerra, el vuelo 17 de Malaysia Airlines fue derribado sobre el este de Ucrania el 17 de julio de 2014, matando a las 298 personas que iban a bordo. Una investigación internacional concluyó que el avión de pasajeros fue derribado por un misil proporcionado por Rusia disparado desde el territorio controlado por los rebeldes en Ucrania. Moscú sigue negando su implicación.

Los acuerdos de paz para el este de Ucrania

Tras una dura derrota de las tropas ucranianas en agosto de 2014, los enviados de Kiev, los rebeldes y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) firmaron una tregua en Minsk, capital de Bielorrusia, en septiembre de 2014.

Este documento contemplaba el cese al fuego observado por la OSCE, la retirada de todos los combatientes extranjeros, el intercambio de prisioneros y rehenes, una amnistía para los rebeldes y la promesa de que las regiones separatistas podrían tener cierto grado de autogobierno.

Sin embargo, el acuerdo no tardó en derrumbarse y volvieron a producirse combates a gran escala, lo que derivó en otra gran derrota de las fuerzas ucranianas en Debaltseve en los meses de enero y febrero de 2015.

Francia y Alemania mediaron un nuevo acuerdo de paz, firmado en Minsk en febrero de 2015 por representantes de Ucrania, Rusia y los rebeldes. En él estaba previsto un nuevo alto el fuego, la retirada de armamento pesado y una serie de medidas para alcanzar un acuerdo político. Los líderes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania firmaron una declaración de apoyo al acuerdo.

Un conflicto congelado en Ucrania

El acuerdo de paz de 2015 supuso un importante logro diplomático para el Kremlin, pues obligó a Ucrania a conceder un estatus especial a las regiones separatistas, permitiéndoles crear su propia fuerza policial y tener voz y voto en el nombramiento de fiscales y jueces locales.

También preveía que Ucrania sólo podría recuperar el control de los cerca de 200 kilómetros (125 millas) de frontera con Rusia en las regiones rebeldes después de que éstas obtuvieran el autogobierno y celebraran elecciones locales supervisadas por la OSCE, votaciones que casi con seguridad mantendrían en el poder a los rebeldes prorrusos.

Muchos ucranianos lo consideran una traición a los intereses nacionales, por lo que su aplicación se ha estancado. El documento de Minsk contribuyó a poner fin a los combates a gran escala, pero la situación ha seguido siendo tensa y los enfrentamientos han continuado con regularidad.

Con el acuerdo de Minsk paralizado, la esperanza que tenía Moscú de utilizar las regiones rebeldes para influir en la política ucraniana de forma directa fracasó, pero el conflicto congelado agotó los recursos de Kiev y obstaculizó su objetivo de entrar en la OTAN, que está establecido en la constitución ucraniana.

Moscú también intentó asegurar su control sobre las regiones rebeldes mediante la concesión de más de 720.000 pasaportes rusos a una quinta parte de sus 3,6 millones de habitantes.

Además, proporcionó asistencia económica y financiera a los territorios separatistas, pero la ayuda ha sido insuficiente para paliar los enormes daños causados por los combates y apuntalar la economía. La región del Donbás representaba alrededor del 16% del PIB de Ucrania antes del conflicto.

El esfuerzo por revivir el acuerdo de paz

En un contexto de crecientes tensiones por la concentración de tropas rusas cerca de Ucrania, Francia y Alemania redoblaron esfuerzos para fomentar el cumplimiento del acuerdo de 2015, con la esperanza de que pueda ayudar a desactivar el actual enfrentamiento.

Las autoridades ucranianas, ante las peticiones de Berlín y París para que se aplique, han reforzado sus críticas al acuerdo de Minsk y han advertido que podría conducir a la desaparición del país. Las dos rondas de conversaciones celebradas en París y Berlín entre los enviados presidenciales de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania han sido inútiles.

Putin reconoce la independencia de las regiones separatistas

Al reconocer la independencia de los territorios rebeldes prorrusos, Putin hace añicos los acuerdos de paz de Minsk y aviva las tensiones con Occidente.

El mandatario ruso declaró que Moscú firmaría tratados de amistad con los territorios rebeldes, una medida que podría allanar el camino para que Rusia los apoye abiertamente con tropas y armas.

Esta decisión se produce tras varios días de enfrentamientos a lo largo de la línea de fuego en Donetsk y Luhansk. Ucrania y Occidente acusaron a Moscú de fomentar las tensiones para crear un pretexto para una invasión. Rusia, por su parte, acusó a Ucrania de intentar recuperar por la fuerza los territorios que están en manos de los rebeldes, afirmación que Kiev rechazó enérgicamente.

El viernes, los líderes separatistas publicaron declaraciones en video anunciando la evacuación de civiles ante lo que describieron como una “agresión” ucraniana. Los datos recogidos de los videos indicaban que sus declaraciones habían sido grabadas dos días antes, cuando la situación aún estaba relativamente tranquila, lo que indica un plan deliberado para intentar separar a las regiones de Ucrania.

El lunes, los líderes de las regiones rebeldes publicaron nuevas declaraciones en un video en las que pedían a Putin que reconociera la independencia de sus regiones, y el mandatario ruso respondió rápidamente convocando a una reunión de su Consejo de Seguridad cuidadosamente orquestada y firmando después los decretos de reconocimiento en una ceremonia televisada.

Yuras Karmanau en Kiev, Ucrania, y Edith M. Lederer en las Naciones Unidas contribuyeron a este despacho.



Personas de las regiones de Donetsk y Luhansk, territorio controlado por un gobierno separatista prorruso en el este de Ucrania, observan el discurso del presidente ruso Vladimir Putin en la región de Rostov-on-Don, Rusia