MINSK, Bielorrusia
Con aspecto cansado y preocupado, Sviatlana Tsikhanouskaya, exprofesora y novata en la política, se disculpó con sus seguidores en un comunicado en video y dijo que salir del país había sido decisión suya.
“Fue una decisión muy difícil de tomar”, dijo. “Sé que muchos de ustedes me comprenderán, muchos otros me condenarán y puede que algunos incluso me odien. Pero Dios quiera que no tengan que afrontar la misma decisión que yo”.
En otro comunicado en video difundido más tarde, instó a sus seguidores a respetar la ley y evitar choques con la policía.
La inesperada noticia hizo que algunos de sus seguidores especularan con que podría haber actuado bajo presión. El marido de Tsikhanouskaya está en prisión en Bielorrusia.
Sviatlana Tsikhanouskaya se negó a aceptar la derrota en las elecciones del domingo y rechazó los resultados oficiales, que otorgaban una victoria demoledora al presidente, Alexander Lukashenko. Miles de partidarios de la oposición protestaron durante dos noches seguidas contra los resultados oficiales y encontraron una dura represión policial en Minsk y otras ciudades del país.
Un manifestante murió el lunes en los enfrentamientos, en los que la policía utilizó gas lacrimógeno, granadas de flash y balas de goma para dispersar a los manifestantes. El Ministerio del Interior dijo que la víctima pretendía lanzar un dispositivo explosivo, pero que estalló en su mano y le mató.
Más de 2.000 personas fueron detenidas en todo el país por participar en protestas no autorizadas en la tarde del lunes y durante la noche, según el Ministerio. En los choques resultaron heridos 21 policías, y cinco de ellos fueron hospitalizados.
El Ministerio había informado el día anterior de 3.000 detenidos y 89 heridos, 39 de ellos agentes de seguridad.
Lukashenko, que gobierna con puño de hierro la ex nación soviética de 9,5 millones de habitantes desde 1994, describió a los opositores como “borregos” manipulados por influencias extranjeras. Prometió seguir reprimiendo las protestas pese a las críticas occidentales.
Las autoridades electorales dijeron que Lukashenko había ganado un sexto mandato con un 80% de los votos, mientras que Tsikhanouskaya obtuvo un 10% de los sufragios.
Cuando se le preguntó el lunes si tenía previsto ir al extranjero para evitar su detención, la líder opositora dijo que no tenía planes semejantes ni veía motivo para que la detuvieran.
When asked on Monday if she was planning to go abroad to avoid being arrested, Tsikhanouskaya said she had no such plan and saw no reason why she would be arrested.
Pero tras presentar una reclamación formal de recuento ante la Comisión Electoral Central, dijo a sus aliados: “He tomado una decisión, debo estar con mis hijos”.
La candidata había enviado antes a sus hijos a un país europeo no especificado tras recibir amenazas.
Tsikhanouskaya, profesora de inglés de 37 años y sin experiencia política previa, entró en la campaña tras la detención en mayo de su esposo, un bloguero de oposición que aspiraba a presentarse en las elecciones. Ella logró unir a los divididos grupos de oposición y atraer a decenas de miles de personas a sus actos de campaña, en las mayores manifestaciones de oposición en Bielorrusia desde el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Los daños económicos provocados por el coronavirus y la tibia respuesta de Lukashenko a la pandemia, que ha calificado de “psicosis”, ha avivado el descontento de la población. Las protestas tras los comicios, en las que muchos jóvenes (muchos de ellos adolescentes) se enfrentaron a la policía, alcanzan un nivel de violencia sin precedentes en la historia reciente del país.
Los rumores sobre que Tsikhanouskaya había salido del país empezaron a circular entre los manifestantes cuando comenzaban los choques, pero la noticia no les disuadió de mantener la resistencia.
“Tenía una decisión clara: estar en una cárcel bielorrusa o seguir libre en Lituania”, dijo Kirill Kulevich, manifestante de 21 años. “Tsikhanouskaya se ha descrito como un símbolo de cambio, pero nos obligan a seguir viviendo como antes”.
Otra manifestante, Anna Vitushko, de 20 años, dijo que las protestas continuarían.
“La gente protesta contra las burdas falsificaciones, y su marcha no significa nada”, dijo Vitushko. “Si Lukashenko ganó el 80%, ¿por qué necesita policía antimotines, balas de goma y cañones de agua? Pueden engañar a un pequeño porcentaje de la población, pero no pueden engañar a todo el país”.
Decenas de personas fueron detenidas por la noche cuando la policía dispersó sin contemplaciones a los grupos de manifestantes en Minsk.
La dura intervención policial fue criticada por la Unión Europea y Estados Unidos, y probablemente complicará los esfuerzos de Lukashenko de reparar sus lazos con Occidente en un momento de tensión con su principal aliado y valedor, Rusia.