Tras advertir que la libertad de expresión está amenazada y bajo constante presión desde Palacio Nacional, el periodista y escritor Pablo Hiriart Le Bert asegura que México no puede vivir sin una prensa libre.
Se pronuncia por la unidad de prensa y de intelectuales y académicos para enfrentar los retos que significan las acciones del crimen organizado y algunos sectores de la clase política.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Hiriart Le Bert —quien ha seguido durante 32 años la carrera política del Presidente y que hoy radica en Miami—, señala que la prensa no puede convertirse en oposición del gobierno, pues la búsqueda del poder le corresponde a los partidos.
“No somos partidos políticos y los periodistas no somos dirigentes partidistas, sino que estamos para mostrar errores, aciertos o impulsar proyectos”, dice.
Destaca el liderazgo de EL UNIVERSAL para tratar de unir al gremio periodístico “y dar espacio a todas las voces, no en contra del Presidente, sino en favor de un derecho a pensar por cuenta propia y a decirlo sin ambages y a no sufrir consecuencias”. Advierte que “el Presidente está dando las batallas que tiene que dar para imponer su proyecto”.
¿Cuál es la situación de la libertad de expresión?
—Veo una libertad de expresión amenazada, bajo constante presión del Presidente. Los medios están siendo chantajeados a través de calumnias e infundios que aparecen todos los días por parte de la máxima autoridad.
Una cosa es el derecho que tiene el Presidente a debatir puntos de vista con los medios, sin duda que la tiene, pero no debate, él tiene una incapacidad profunda para debatir, porque es un político autoritario que se expresa en un primitivismo binario de sí o no, estás conmigo o estás contra mí, y ese tipo de políticos no admite el diálogo con los medios de comunicación, con los académicos, con los periodistas, ni siquiera en su propio partido. Sí, la libertad de expresión está en riesgo, amenazada y extorsionada por el Presidente. Está dando las batallas que tiene que dar para imponer su proyecto estatista y antidemocrático.
En los últimos días se han reportado agresiones contra periodistas.
—Estamos en la indefensión porque tenemos el peligro del narco y el desprecio de la Presidencia. Donde deberíamos encontrar cobijo tenemos a alguien que nos considera un adversario.
¿Qué le queda a los medios y periodistas independientes, seguir luchando?
—No vamos a poder luchar por la libertad de expresión de manera aislada, tenemos que ser mucho más unidos, respetando nuestras diferencias de enfoque. Estamos todos en peligro, es indispensable la unidad del gremio y no acentuar nuestras diferencias ni distraernos en pequeñeces.
¿Por qué estamos así?
—Despreciamos la libertad que teníamos (...) éramos absolutamente libres de publicar, de escribir sin ser molestados o castigados económicamente por el gobierno (...) Llegamos a esto porque descuidamos ese derecho que conquistamos.
Un día se nos cayó, cayó en manos de una persona que tiene una gran habilidad para manipular las emociones de la población, fundamentalmente de las clases medias. También llegamos a esta situación por los excesos que cometió el gobierno de Enrique Peña Nieto y también por errores y falta de crecimiento con Calderón, Fox y Zedillo.
Es un enérgico crítico de López Obrador, ¿por qué?
—[Lo soy] desde hace 32 años, cuando fue la primera vez que fue candidato a gobernador de Tabasco por el FDN, en 1988.
He sido muy crítico de él porque conozco al personaje y lo conozco bastante mejor que otros, más a fondo. He estado con él desde que arrancaba su carrera.
He sido un crítico suyo porque soy un demócrata. No podemos vivir sin prensa libre y López Obrador no es un demócrata, porque no puede nunca convivir con el que piensa diferente: o te sometes a él, te subordinas a él o eres su enemigo.
Cuando lo conocí (...) él pretendió mi subordinación porque yo venía de un periódico de izquierda y no hubo subordinación a su candidatura ni de chiste, entonces de ahí se creó un ambiente que él se encargó de propiciar y de seguir. Me puso en uno de sus libros y luego lo seguí criticando hasta que ganó la Presidencia.
Lo ha señalado.
—Es una persona bastante poderosa, desde sus conferencias mañaneras en más de una docena de ocasiones ha dicho y ha expresado su animadversión a mi persona y eso en México sabemos que tiene un impacto. Casi todos los medios, periodistas y analistas y académicos que lo critican ya pasaron por las armas de sus rencores y de su intolerancia.
¿El peso de las palabras de un Jefe de Estado es diferente al de un luchador social?
—No, no, no. Él siempre dijo que estaba a favor de la libre expresión cuando era un político opositor, pero yo sabía que mentía porque lo conozco y conozco que es intolerante. No sólo está en riesgo la libertad de expresión, también la democracia.
¿Por qué?
—Porque así ha sido su trayectoria, porque lo conocemos y cegarnos a esa realidad va a ser tan costoso cómo elegirlo Presidente.
Lo ha seguido 32 años.
—Este tipo de personas, bueno a mí como periodista crítico me ejercía una atracción importante: “Cuidado con este personaje que va avanzando en política, se están equivocando con él”. Fui enseñando la realidad de un político con piel de demócrata, pero que es un autoritario.
Pone al presente como rehén del pasado, por eso no importa que se vayan las empresas españolas (...) no le importa la inversión, la creación de empleo ni lo que depara el futuro.
¿Los señalamientos contra periodistas y medios pueden desbordarse en agresiones?
—Sí (...) Antes de que viniera Estados Unidos se refirió a mí y a Raymundo Riva Palacio y dijo: “A esos columnistas hay que combatirlos”. ¿Qué significa eso? Muchos lo podrán interpretar, no es un llamado al debate plural de ideas, sino a combatirlos.
En la medida en que se polariza el país, la sangre puede llegar al río, es enormemente peligroso lo que hace, porque pone en riesgo la seguridad de la prensa, atemoriza desde Palacio Nacional.
¿Se está buscando en la prensa una oposición que pudiera generar equilibrios?
—Pudiera ser, aunque son dos funciones muy diferentes la de la prensa y la de los partidos. La de la prensa es mostrar la realidad, explicar el país a la población.
Pero la función de los partidos es para elecciones, llegar al poder, es una función totalmente distinta y me parece que estratégicamente deberán medir con quién deben discutir qué es lo que deben debatir.
Los periodistas no somos dirigentes partidistas, sino que estamos para mostrar errores, aciertos o impulsar proyectos.
Me parece que en ese sentido, dada la presión que ejerce el Presidente y la amenaza latente que hay contra los periodistas, se ha dado un alineamiento verdaderamente vergonzoso en muchos medios de comunicación.
¿Se ha sentido amenazado?
—No, me he sentido hostilizado. El Presidente te señala como adversario en 14 ocasiones. Aunque en su mente no esté el “vamos a destruir a estas personas”, hacia abajo se interpreta de diferente manera y entre sus colaboradores también. El espionaje a periodistas y políticos siempre ha existido, pero hemos llegado a un límite intolerable.
Al llegar a Estados Unidos contraté un servicio de teléfono y días después me llega un mensaje diciendo: “Ha entrado un aparato o un sistema que no ha sido usted, sino que es de un dispositivo de Ciudad Juárez”. ¿Qué es eso? De verdad ya es asfixiante la manera en que la 4T presiona a los medios.
¿Qué futuro ve para la prensa y la libertad de expresión en México?
—Nos distingue una falta de solidaridad en el gremio, producto de los egos.
Hay medios hechos por periodistas y por empresarios, todos son válidos, pero redunda en una falta de solidaridad penosa.
Sin embargo, se ha ido subsanando y creo que cada vez son más los medios que estamos preocupados por lo que le pasa al otro, muy lentamente hemos ido evolucionando y en eso ustedes han sido líderes, en tratar de unir y dar espacio a todas las voces y tratar de unir al gremio.
¿Cómo definiría su relación con López Obrador?
—Me ve como un adversario y yo como un fenómeno político que salió desde el Tabasco profundo a la Presidencia gracias a una enorme habilidad de manipular. Él me considera como un adversario al que hay que combatir, como lo dijo en una conferencia. Mantiene una obsesión por el pasado y no por el presente. Su rencor va desde Peña Nieto hasta Cristóbal Colón y así no se puede construir nada, sólo destruir.