La mujer vestida de blanco

Leyendas urbanas

 San Fernando, Tam.Desde los tiempos de la revolución, existe la leyenda de la aparición de la mujer del vestido blanco en el sitio conocido como “Loma Prieta”, punto que en la actualidad se localiza en el kilómetro 159+200 de la carretera federal San Fernando-Victoria.Moradores de esta región de generación en generación cuentan que en aquellos tiempos existió un bandolero conocido como Nicolás “El Gorra Prieta”, quien junto con sus secuaces asaltaban a quienes transitaban a caballo o carretas por la zona.En “Loma Prieta” existen más de una docena de cuevas, sitios en donde cuentan que Nicolás guardaba los tesoros u objetos de valor que obtenía producto de los latrocinios que cometía.A la muerte de este bandido, comenzaron las apariciones de “La mujer del vestido blanco”, avistamientos que se presentaban a la media noche; quienes lograron verla la describían como una persona horripilante de la cara y quien cuidaba los tesoros de Nicolás.Cuenta la leyenda que por décadas los pobladores de esta zona pasaban por “Loma Prieta” de día, ya que sabían que si pasaban a la media noche se les iba a aparecer “La mujer del vestido blanco”.El profesor Jesús Soto García, cronista de la ciudad de San Fernando, aseguró que la leyenda de “La mujer del vestido blanco”, fue revivida en 1960 por el ahora finado Óscar Hinojosa, mejor conocido como la “Güera Viola”, personaje muy conocido en esta localidad.La cantina “El Navegante”, propiedad del señor Julio Cortinas, era el punto de reunión de los moradores de San Fernando, sitio hasta donde “La Güera Viola” en más de una ocasión platicó que él venía del sur del país manejando su camión rumbo a San Fernando, y a la media noche al pasar por la curva de “Loma Prieta”, alcanzó a ver a lo lejos una mujer vestida de blanco; imprimió velocidad del camión, llevaba los vidrios de la cabina cerrados y de pronto volteó a su diestra y estaba la mujer.Con miedo, Óscar Hinojosa les aseguraba a sus amigos que él le preguntó a la mujer que como se había subido, si todo estaba cerrado, la mujer no le contestó, nada más lo miraba y en un parpadeo de ojos, la mujer del vestido blanco desapareció. CRONISTA. Jesús Soto García.