San Valentín o el Día de los Enamorados es una de las fechas más famosas no sólo en México, también en el mundo. La celebración típica está rodeada de corazones rojos, regalos costosos, pedidas de matrimonio y cenas románticas, además de una cama llena de pétalos de rosas. Pero ¿tienes idea de cómo nació esta festividad?
Como casi todas las costumbres e ideas que tenemos en el siglo XXI, nació en la Roma antigua, con un poco de rebeldía, amor y una pizca de dolor. Para empezar debes saber que la religión jugaba un papel muy importante en ese momento, pero no la religión como hoy la conocemos. En el año 270 a.C., los romanos identificaban a un dios para cada cosa: el dios del amor, el dios del vino, el dios de la lluvia; pero no al que se reconoce hoy como Dios de todas las cosas; y justo en el tránsito hacia el monoteísmo surgieron grandes desavenencias.
Ahora, por otro lado estaba la guerra, la que consiguió para Roma los territorios que formaban al imperio, por lo cual, era uno de los asuntos más delicados para el gobierno.
Teniendo la guerra y la religión como bases, incluimos el amor en la receta. Cuando el emperador Claudio II se dio cuenta de que los soldados que enviaba a la guerra se dividían en dos clases, comenzaron los problemas; había los hombres solteros y los casados; los solteros no tenían conflicto para ir a combate, pero los casados no querían ir o siempre estaban a la espera de regresar a casa con su familia, situación que irritaba al dirigente. Cuando Claudio se enteró de que había un empecinado sacerdote casando a los soldados bajo el ritual cristiano, montó en furia y lo mando matar, este sacerdote era Valentín, quien oficiaba los casamientos escondiéndose del gobierno, sobre todo en las fechas del 15 de febrero, día en que se celebraba al dios Lupercus, amo de la fertilidad.
Para la tarea, Claudio designó Asterius, su lugarteniente más importante. Asterius que no creía en Dios, retó a Valentín para que curara a una de las hijas la cual sufría ceguera. Valentín dijo que haría el milagro investido con el poder del Señor y lo intentó, pero ¡oh sorpresa! las cosas dieron un giro inesperado, y el clérigo se enamoró de la chica. Antes de mandarlo matar, Claudio II quiso convertirse al cristianismo por Valentín, pero su gabinete lo rechazó profundamente, y ante la situación que se registró con la familia de Asterius, el emperador tuvo que encargar la ejecución a otro soldado, quien llevó a decapitar al sacerdote, que perdió la cabeza por amor…
En la víspera de su ejecución, Valentín mandó una nota de despedida para su enamorada y la firmó diciendo “Tu Valentín”, de ahí las cartas de amor que se envían en estas fechas, fue así como inició la tradición, a la siglos más tarde se sumaron las joyas y los chocolates. La Iglesia Católica en el Papa Gelasio I santificó a Valentín, como un santo que se veneraría para el culto a la fertilidad, pero en 1969, la propia institución dejó de celebrar al ex sacerdote, por considerar que no había pruebas para demostrar su existencia.