DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos
Las encuestas de opinión vinculadas al estado y los analistas sitúan al jefe del poder judicial, el conservador Ebrahim Raisi, como el favorito de entre los cuatro aspirantes. El expresidente del Banco Central, Abdolnasser Hemmati, se postula como moderado pero no ha inspirado el mismo respaldo que el presidente saliente, Hasan Ruhani, quien no puede optar a la reelección por la limitación de mandatos.
Si sale elegido, Raisi será el primer presidente iraní sancionado por Estados Unidos antes incluso de asumir el cargo, por su participación en la ejecución masiva de presos políticos en 1988, así como por su etapa al frente del criticado poder judicial, uno de los que más ejecuciones realiza en el mundo.
Su triunfo daría además a los conservadores un férreo control del gobierno iraní mientras en Viena continúan las negociaciones para tratar de reflotar el renqueante acuerdo nuclear entre las potencias mundiales y Teherán, que está enriqueciendo uranio a su nivel más próximo al necesario para el armamento nuclear. Las tensiones siguen siendo altas tanto con Estados Unidos como con Israel, que se cree que perpetró una serie de ataques contra instalaciones nucleares iraníes y asesinó al científico que creó el programa atómico nuclear décadas atrás.
Los centros de votación abrieron a las 07:00 para unos comicios que han despertado una apatía generalizada entre la población luego de que un comité controlado por Jameini vetó a cientos de candidatos, incluyendo reformistas y otros alineados con Ruhani. Jamenei realizó su voto ceremonial en Teherán, desde donde instó a los iraníes a acudir a las urnas.
“A través de la participación de la gente, el país y el sistema de gobierno islámico ganarán muchos puntos en el panorama internacional, pero la primera en beneficiarse será la propia población”, afirmó Jamenei. “Vayan, elijan y voten”.
Raisi, que lleba un turbante negro que, según la tradición chií, lo identifica como descendiente directo del profeta Mahoma, votó más tarde en una mezquita del sur de la capital, donde saludó a quienes esperaban para depositar sus boletas. El clérigo reconoció después que algunos pueden estar “tan molestos que no quieran votar”.
“Le ruego a todo el mundo, a los encantadores jóvenes y a todos los hombres y mujeres iraníes que hablen cualquier acento o idioma de cualquier región, y con cualquier idea política, que vayan a votar”, afirmó Raisi.
Más de 59 de los 80 millones de habitantes del país están llamados a participar en los comicios. Sin embargo, la Agencia de Encuestas de Estudiantes Iraníes, alineada con el gobierno, ha estimado una participación de apenas el 42%, que sería la más baja desde la Revolución Islámica de 1979.
El miedo a una baja participación llevó a algunos a advertir que Irán podría dejar de ser una República Islámica — un gobierno con un liderazgo elegido por civiles y supervisado por un líder supremo chií — para convertirse en una nación regida más estrechamente por su líder supremo. Jamenei tiene la última palabra en cuestiones de Estado y supervisa los programas de defensa y nuclear iraníes.