¿Qué tan generoso es un simio? La respuesta podría decirnos mucho sobre nosotros. En todas las culturas, personas pueden ser generosas.
Investigan los orígenes de la generosidad
¿Qué tan generoso es un simio? La respuesta podría decirnos mucho sobre nosotros. En todas las culturas, personas pueden ser generosas.
Mientras que es fácil reparar en nuestra capacidad para la guerra y la violencia, los científicos ven nuestra generosidad como un rasgo notable de nuestra especie. Una de las cosas que destacan respecto a los humanos es lo dispuestos que están para ayudar, dijo Christopher Krupenye, investigador en la Universidad de St. Andrews, en Escocia.
Esta generosidad puede haber sido crucial para la supervivencia de nuestros ancestros que vivían en grupos de cazadores-recolectores.
Para entender este impulso -conocido como prosocialidad- los investigadores han recurrido a nuestros parientes vivos más cercanos. Un nuevo estudio involucrando a bonobos, o chimpancés pigmeos, sugiere que las raíces de la generosidad humana son profundas.
Hace aproximadamente 7 millones de años, nuestro linaje se dividió de los ancestros de los chimpancés y su especie hermana, los bonobos.
Estas dos especies han desarrollado por la evolución diferencias en su comportamiento, incluyendo qué objetos -alimento o herramientas- los incitan a ser generosos.
Recientemente, Krupenye y otros pusieron a prueba a bonobos en un santuario en la República Democrática del Congo. Resultaron ser generosos -hasta cierto punto. Los bonobos en el santuario han aprendido a abrir las nueces de palma con piedras. Sin la piedra, tienen que ruñir las nueces mucho tiempo para poder sacarlas de su caparazón.
Los científicos colocaron a un bonobo en una jaula con cinco nueces. En otra, un segundo tenía dos piedras, pero ninguna nuez. Las jaulas estaban conectadas por una ventana. Los bonobos gozaban de la libertad de llevar regalos a la ventana -o ignorar a su vecino.
En el 18 por ciento de las pruebas clínicas, los bonobos con las nueces entregaron una a su vecino vía la ventana. Sin embargo, casi ninguno de los bonobos en la otra jaula devolvió el favor de pasar rocas.
En los mismos experimentos con comida, se encontró que los chimpancés hacían lo opuesto. Los chimpancés realmente son renuentes a regalar comida, dijo Felix Warneken, psicólogo en la Universidad de Michigan.
Pero cuando se trata de herramientas, los chimpancés darán piedras a otros chimpancés. La misma especie que no te ayudará a obtener comida te ayudará a conseguir un objeto, dijo Brian Hare, primatólogo en la Universidad Duke, en Carolina del Norte.
Los chimpancés viven en hábitats donde escasea la comida. Tienen que competir por ella; también saben cómo utilizar herramientas para conseguir comida. En contraste, los bonobos viven en el bosque donde abunda la comida. Los bonobos pueden reconocer el valor de la comida para otros, pero no sienten el impulso de acapararla.
Pero los bonobos parecen ser menos hábiles con las herramientas.
Warneken y otros han llevado a cabo estudios similares con niños. Han encontrado que hasta bebés ofrecerán espontáneamente tanto comida como objetos a adultos.
Es posible que nuestros ancestros comunes con los bonobos y chimpancés ya fueran prosociales. Y ahora nuestra generosidad se extiende más allá de lo que él y otros científicos observan en nuestros parientes más cercanos.
Ya no es la misma clase de motivación que encontraríamos en otros animales. Ahora hay alguna clase de obligación de compartir con otros.