La Arquidiócesis de Monterrey anunció ayer que impulsa el proyecto “Unidad Pastoral Topo Chico”, en el que busca reconstruir el tejido social y eclesial de 10 comunidades parroquiales de la franja del Cerro del Topo Chico.
“Mirando con misericordia a quienes sufren por la violencia, las adicciones, la desintegración familiar, los conflictos entre vecinos”, dijo sobre este proyecto el arzobispo Rogelio Cabrera López, en el marco de la Quinta Jornada Mundial de los Pobres de la iglesia católica.
“A fin de encontrar los mecanismos y herramientas adecuadas para hacer frente a estos problemas desde las parroquias”.
El proyecto, precisó el arzobispo, es coordinado por el obispo auxiliar Juan Carlos Arcq, y apoyado por diferentes asociaciones.
También, señaló Cabrera López, la Arquidiócesis trabaja en otras comunidades más vulnerables.
“Hemos implementado un modelo de intervención a través del proyecto Integrum, que el Secretariado de Pastoral Social ha desarrollado específicamente en la Colonia La Isla, del municipio de Escobedo, siendo conscientes de que es un proceso que nos exige valor, paciencia y preparación para ser capaces de llevar a cabo el acompañamiento a esta comunidad”.
El Arzobispo reconoció públicamente el trabajo de voluntarios, familias y sacerdotes que trabajan por mitigar el dolor y el sufrimiento.
“Fue hace cinco años cuando el Papa convocó a la Primera Jornada Mundial de los Pobres, la cual celebramos hoy (ayer), con la finalidad de dedicar un momento especial para que juntos reflexionemos en la necesidad de no permanecer indiferentes ante esta realidad que a todos nos confronta”, dijo.
“Instituciones de nuestra Arquidiócesis, como Cáritas de Monterrey, la Pastoral Juvenil y la cocina comunitaria ‘Cocinando de corazón a corazón’, así como muchas parroquias, no han dejado de trabajar, creando nuevas estrategias de apoyo para llegar a las familias más necesitadas”.
Destacó la atención que en los últimos meses se ha dado a los haitianos que llegan a las casas de migrantes de la Arquidiócesis.
Finalmente, en el Día Internacional de la Diabetes, conmemorado ayer, apuntó a que un 10 por ciento del presbiterio padece esta enfermedad crónica degenerativa.
“De ahí la importancia de ayudar, pero también de cuidarnos para no llegar a contraer este deterioro de la salud”, comentó.
También dijo que, aunque el aforo permitido para actividades como las peregrinaciones en este momento es del 90 por ciento, hay que seguir tomando las medidas de prevención de contagios.
“Muchos países en Europa han vuelto a crecer en contagios”, advirtió.