NUEVA DELHI. India superó la sombría barrera de los 200.000 fallecidos por el coronavirus en medio de una devastadora ola de contagios que arrasa tanto en las ciudades densamente pobladas como a las zonas rurales y abruma a un sistema sanitario al borde del colapso.
El Ministerio de Salud reportó que en las últimas 24 horas se registraron 3.293 decesos más a causa del COVID-19, lo que eleva el total de víctimas mortales en India a 201.187.
Las autoridades confirmaron además 362.757 nuevas infecciones, un nuevo récord global, que hicieron que el cómputo nacional superase los 17,9 millones. La marca anterior, los 350.000 casos reportados el lunes, coronó una racha de cinco días consecutivos con más contagios que cualquier otro país del mundo desde el inicio de la crisis sanitaria.
India, que tiene cerca de 1.400 millones de habitantes, es la cuarta nación que supera los 200.000 fallecidos, por detrás de Estados Unidos, Brasil y México. Y como en muchas otras naciones, los expertos creen que la cifra real de contagios y decesos es mucho mayor que la oficial.
La primera muerte conocida por COVID-19 en India ocurrió el 12 de marzo de 2020 en el estado sureño de Karnataka. Hicieron falta cinco meses para llegar a los 50.000 muertos, pero la cifra se dobló en apenas dos, en octubre de 2020. Tres meses más tarde, en enero de este año, se superaron los 150.000 decesos, que se habían ralentizado hasta mediados de marzo, cuando comenzó el último brote.
Durnte la última semana, más de 2.000 indios perdieron la vida cada día.
India creyó que había superado la peor parte de la pandemia el año pasado, pero el virus se propaga ahora de forma descontrolada entre la población y los sistemas de atención médica están empezando a colapsar.
Las hospitalizaciones y las muertes han alcanzado niveles récord y abruman a los trabajadores sanitarios. Los pacientes se asfixian porque el suministro de oxígeno médico de los hospitales se ha agotado. Los desesperados familiares envían mensajes a través de las redes sociales con la esperanza de que alguien pueda ayudarles a encontrar una bombona de oxígeno, una cama vacía en un hospital o fármacos vitales para sus seres queridos. Los crematorios se han extendido a los estacionamientos, iluminando la noche en algunas ciudades.
Con su sistema de salud hundiéndose rápido, India mira al extranjero para frenar el histórico brote que está asolando un estado detrás de otro.
Muchos países han ofrecido su ayuda, incluyendo Estados Unidos, que se comprometió a enviar equipos de protección personal, pruebas de detección del virus y tanques de oxígeno, además de materias primas para la fabricación de vacunas, lo que reforzaría la capacidad de India de producir más dosis de la desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
Los expertos en salud dicen que las multitudinarias concentraciones registradas durante las festividades hindúes y los gigantescos mítines electorales en algunos estados han acelerado la situación.
Además, sostienen que los mensajes contradictorios del gobierno y su prematura declaración de victoria sobre el virus animó a la población a relajarse en un momento en el que deberían haber cumplido de forma estricta la distancia social, el uso de mascarilla y evitar aglomeraciones.
La capital, Nueva Delhi, está confinada, como los estados de Maharashtra y Karnataka, en el sur. Otras regiones han aplicado restricciones en un intento por frenar la propagación del virus.
India ha movilizado a sus fuerzas armadas para ayudar en la luchar contra la devastadora crisis. El jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Bipin Rawat, dijo el lunes en la noche que se distribuirán las reservas de oxígeno del cuerpo y que su personal médico retirado se incorporará a los centros de salud para aliviar la presión sobre los doctores.
Por otra parte, el programa de vacunación de India parece atravesar problemas. Por el momento, cerca del 10% de la población ha recibido una dosis de la vacuna, pero apenas el 15% tiene las dos.
Los ciudadanos de más de 18 años podrán vacunarse a partir del sábado.