Familias de michoacanos que huyen de sus comunidades para no ser reclutadas por el crimen organizado están saturando albergues de migrantes en la frontera norte mientras piden asilo al Gobierno de Estados Unidos.
En Ciudad Juárez, Chihuahua, y en Tijuana, Baja California, albergues, calles, casas en renta y algunos hoteles albergan a familias desplazadas por los cárteles en Tierra Caliente.
Mezclados entre centroamericanos y cubanos, se han convertido en un migrante más.
En Juárez, desde hace 20 días se encuentra Joel, nombre ficticio de un hombre de 39 años que huyó de Michoacán cuando le apuntaron con un arma afuera de su casa.
El pescador contó en entrevista que es uno más de los que el crimen organizado quiso integrar a sus filas, y que al rechazarlos, temió por su vida, la de su esposa y cuatro hijos.
“Me desalojaron de mi casa, me la quitaron. Allá quieren que se meta uno a trabajar con ellos”, dijo nervioso.