Cd. de México
Gilberto, de 28 años de edad, fue desplazado junto con su familia por la violencia y, apenas este 2021, ya como becario del programa federal Sembrando Vida, decidió retornar a la región con la encomienda de cambiar vidas.
Sin embargo, el pasado 17 de julio, tres días después de ser plagiado, fue encontrado sin vida en una región que está controlada por las familias Arreola y Maldonado, consideradas brazos armados de la Familia Michoacana. Según informes de organizaciones sociales, desde hace más de cinco años, los civiles armados, en alianza con la Familia Michoacana, controlan cerca de 20 comunidades, expulsando a sus habitantes para apoderarse de sus tierras, sembrar drogas y talar madera.
El joven, de acuerdo con el relato de sus familiares, estaba muy contento porque algunas personas de Petatlán ya habían decidido retirarse del cultivo de amapola o mariguana para inscribirse en Sembrando Vida. "Su deseo era apoyar a los muchachos para que se metieran en Sembrando Vida y ya no sembraran drogas y me decía que ya estaba logrando ese objetivo en varias rancherías del Municipio de Petatlán", narró a REFORMA un familiar del becario asesinado. Gilberto radicaba en Michoacán, pero viajaban esporádicamente a la Sierra de Guerrero.
El pasado jueves, el joven, junto con dos trabajadoras técnicas de Sembrando Vida, se dirigía a la comunidad de El Pescado del municipio de Coyuca de Catalán, pero al pasar por El Durazno, un grupo de personas lo detuvo. "Luego llegó un individuo llamado Miguel Ávila, junto con un grupo armado a bordo de una camioneta y tres cuatrimotos, y se llevaron a Gilberto en presencia de la comisaria municipal del pueblo Mari Flor Chávez Tello", expresó el familiar, quien pidió que se omitiera su nombre por razones de seguridad. Aseveró que Miguel Ávila tiene nexos con los Arreola y Maldonado, grupos que controlan un gran número de pueblos de Petatlán.
Ese mismo día, agregó el familiar, Miguel Ávila y su grupo armado se llevó a Gilberto a la comunidad de El Parotal, en Petatlán. El sábado, el joven apareció muerto con varios impactos de bala y huellas de tortura en La Barrita, en la carretera federal Zihuatanejo-Acapulco, a unas tres horas de donde fue retenido. El familiar aseveró que la comisaria municipal y el coordinador regional de Sembrando Vida, Alejandro Zepeda, se comprometieron a entregar con vida a Gilberto y a sus dos compañeras. El viernes, dijo el familiar, elementos del Ejército y la Guardia Nacional subieron a la comunidad para localizar a las tres personas, sin embargo, sólo aparecieron las dos mujeres. "Yo hago responsable a la comisaria y al coordinador de Sembrando Vida de lo que le pasó a Gilberto", expresó. Además, aseguró que la comisaria municipal es familiar de los Arreola y los Maldonado.
"Esa gente que te corre de tu pueblo porque no quisiste jalar con ellos en esa chingadera no tolera que regreses, y la consigna de ellos (los delincuentes) es de que debes de irte para siempre", mencionó el familiar de Gilberto. Ignora paradero Por su parte, la comisaria Mari Flor Chávez indicó que el jueves se enteró que en la salida de El Durazno la gente tenía retenidos a dos mujeres y un hombre del programa Sembrando Vida. Al pedirles su identificación, aseveró, se percataron que los apellidos de las dos mujeres coincidían con personas que viven en El Durazno y que tienen problemas con familiares de la comunidad de El Pescado, localidad a donde se dirigían. Por esta razón, dijo, no salieron del pueblo.
Agregó que cuando le solicitaron una identificación a Gilberto, lo reconocieron como miembro de una familia con antecedentes violentos. La comisaria señaló que el viernes entregaron a las dos trabajadoras técnicas de Sembrando Vida a las fuerzas de seguridad, pero ignora lo ocurrido con el becario. Hasta ahora, la Fiscalía de Guerrero no ha informado alguna línea de investigación. Gilberto Tapia Mendoza era padre soltero y dejó en la orfandad a un niño de cinco años de edad.