CIUDAD DE MÉXICO — La fiscalía del estado de Sonora, en la frontera norte de México, informó el jueves del hallazgo de un cadáver en mal estado con ropa que coincide con la descripción de un líder de los derechos indígenas que desapareció hace casi tres semanas.
Indicó en un comunicado que se realizarán pruebas de ADN al cuerpo que se encuentra medio enterrado en una zona rural para determinar si corresponde al de Tomás Rojo Valencia, líder de la comunidad indígena yaqui.
En el lugar se encontraron diversos indicios como prendas de vestir, una de ellas un pañuelo rojo que coincide con el que, según los familiares, el dirigente llevaba al cuello.
La familia de Rojo Valencia dijo que el líder indígena salió de su casa la mañana del 27 de mayo para caminar, como era su costumbre, pero ya no se supieron más de él.
El cuerpo fue encontrado en una zona semidesértica cerca del pueblo de Vicam por una persona local que estaba recogiendo leña.
También el jueves se conoció el asesinato de dos periodistas, uno en el sur y otro en el centro de México, pero el descubrimiento de lo que parece ser el cadáver del líder yaqui podría ser un golpe especialmente duro para el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha definido a esta etnia como una de las más perseguidas del país.
Rojo Valencia se desempeñó como portavoz de los yaquis durante los conflictos pasados por los derechos sobre la tierra y el agua y su desaparición tuvo lugar cuando su pueblo protagonizaba distintas protestas y cortes de carretera por la construcción de gasoductos, acueductos y vías férreas en sus territorios sin que hubiera una consulta previa con ellos.
En febrero, el conflicto por los cortes de carreteras llegó a un punto crítico cuando un indígena murió arrollado por un camión que atravesó uno de los bloqueos impuesto por los yaquis.
Empresarios y camioneros en el estado de Sonora se quejan de que los cortes en las vialidades afectan seriamente el movimiento de materias primas y bienes de exportación, y dijeron que los manifestantes a veces son abusivos o exigen dinero para permitirles pasar.
Los bloqueos han afectado la carretera principal que une la capital de Sonora, Hermosillo, con Estados Unidos, considerada una ruta clave para la importación y exportación de autos y autopartes, productos electrónicos y otros bienes.
Quizá mejor conocidos en el extranjero por los poderes místicos y visionarios que les atribuyó el escritor Carlos Castaneda, los yaquis lucharon con dureza contra una brutal campaña del gobierno mexicano para eliminar a la tribu a fines del siglo XIX y principios del XX.
En torno a 1900 fueron mayoritariamente derrotados y el dictador Porfirio Díaz comenzó a trasladarlos de sus fértiles tierras de cultivo a territorios menos valiosos o a la virtual esclavitud en haciendas tan lejanas como el estado de Yucatán, en el extremo suroriental del país.
En 2020, López Obrador viajó a los territorios ancestrales de esta etnia para el establecimiento de la Comisión de Justicia para el Pueblo Yaqui, y dijo que planea ofrecer una disculpa en nombre del gobierno por la guerra genocida que se libra contra ellos.
La comisión ha prometido viviendas, proyectos de desarrollo y una mayor voz para las empobrecidas comunidades yaquis, pero algunos de sus líderes no participan en las conversaciones y el acuerdo no ha sofocado las protestas, que a veces exigen grandes pagos de compensación.
Esa zona de Sonora tampoco está exenta de la violencia vinculada con el crimen organizado y que está presente en toda la frontera entre México y Estados Unidos.