LES CAYES, Haití.— Jertha Ylet permaneció en silencio mientras el doctor Michelet Paurus le cortaba el yeso de su pierna con una sierra eléctrica y movimientos medidos. Hoy tendría que dejar el hospital, de acuerdo con el médico.
Sin embargo, Ylet se hubiera quedado ahí hasta que se le cayera el yeso. Ella ha estado en el Hospital General de Les Cayes desde que la llevaron allí el 14 de agosto, inconsciente y con la pierna aplastada, luego de que el terremoto de magnitud 7,2 destruyera su casa, matara a su padre y a otros dos familiares e hiriera gravemente a su hermano. No hay hogar al que regresar.
Un cirujano insertó una varilla de metal en su pierna izquierda el jueves. Ylet, de 25 años, no se ha levantado de la cama y mucho menos caminado desde que llegó. Su hija de 5 años, Younaika, que no resultó herida, comparte su cama y pasa sus días jugando con otros niños de la sala médica.
Más de una semana después del terremoto en la península suroccidental de Haití que mató al menos a 2.207 personas, hirió a 12.268 y destruyó casi 53.000 casas, Ylet representa un dilema emergente para los limitados servicios de salud de la región: cómo desocupar las camas de los hospitales cuando los pacientes dados de alta no tienen adónde ir.
“Le dije al médico que no tengo ningún lugar adonde ir”, dijo Ylet. “Les dije todo. El doctor no entiende”.
En los primeros días después del terremoto, el hospital se vio abrumado: los heridos yacían en patios y corredores esperando atención. Ahora todavía hay gente en esas zonas, pero son pacientes dados de alta o personas que nunca ingresaron, que han acudido por las donaciones de alimentos, agua y ropa que llegan al hospital a diario.
“Tenemos muchos pacientes que han sido dados de alta, pero todavía están en el patio”, dijo el director del hospital Peterson Gede. “El hecho de que sepan que recibirán comida y agua ... no tienen ninguna intención de irse”.
El lunes, Gede emitió una orden para que el personal del hospital comenzara a “motivar” a los pacientes para que se fueran, “hacerles entender que necesitamos camas para las admisiones de nuevos pacientes”.
Resultó más fácil decirlo que hacerlo. No tener un hogar al que regresar es un obstáculo importante para Ylet y muchos otros.