BRUSELAS
Más de 100.000 personas salieron de Kabul en avión en un caótico éxodo a finales del mes pasado luego de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció la fecha definitiva para la salida de sus tropas del país y el Talibán se hizo con el control de un país devastado por la guerra en cuestión de semanas. Pero miles más quienes marcharse.
De acuerdo con las nuevas cifras presentadas el jueves, la agencia de asilo de la UE dijo que registró 7.300 pedidos de ciudadanos afganos en julio, antes de la caída del gobierno, un 21% más que en junio y el quinto mes consecutivo al alza. Casi 1.200 eran de menores no acompañados, agregó la EASO. Más de la mitad de las solicitudes presentadas por afganos en el bloque son rechazadas.
“La UE debería compartir, en lugar de eludir, su responsabilidad de ofrecerles protección”, señalaron 24 ONGs entre las que están Amnistía Internacional, Cáritas Europa, el Comité Internacional de la Cruz Roja, Oxfam y Cruz Roja, en un comunicado.
Los colectivos advirtieron que 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente en Afganistán, casi la mitad de la población. Más de 630.000 perdonas se han visto obligadas a dejar sus casas en lo que va de año debido a la violencia y a la sequía.
La Unión Europea no reaccionó de inmediato.
A pesar del incremento en el número de solicitudes de asilo, la UE no enfrenta un desafío inminente por la llegada de miles de refugiados afganos, dijeron altos funcionarios comunitarios. La mayoría se quedan en los vecinos Irán y Pakistán, y unos pocos van a Uzbekistán y Tayikistán.
Pero esto no ha impedido que algunos gobiernos europeos den la voz de alarma por la fuerte preocupación de que se repita la situación de 2015, cuando más de un millón de personas llegó a Europa, la mayoría de ellos huyendo del conflicto en Siria, provocando una de las crisis políticas más graves en la historia de la Unión.
“Lamentamos la retórica engañosa y alarmista expresada por algunos líderes europeos en las últimas semanas”, agregaron las ONG, añadiendo que esto “podría levantar barreras para la integración e inclusión de los refugiados en las sociedades europeas” y podrían “desatar miedos sobre una crisis no existente en las fronteras europeas”.