LONDRES
Según Scotland Yard, la fiscalía cree que hay evidencias suficientes para acusar a un hombre conocido como Sergey Fedotov de conspiración para cometer asesinato, asesinato, posesión y uso de un arma química y por causar daños físicos graves.
El exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia fueron objetivo de un ataque con una sustancia neurotóxica en 2018 en Salisbury, Inglaterra, que las autoridades británicas dijeron que, casi con toda seguridad, había sido aprobado “a un alto nivel del gobierno ruso”. Moscú ha negado las acusaciones.
Los Skripal sobrevivieron, pero el incidente se cobró más tarde la vida de Dawn Sturgess, una británica que estuvo en contacto con un bote de perfume que se cree que había sido usado en el ataque y luego se tiró. Su pareja también estuvo gravemente enfermo por su contacto con el agente neurotóxico novichok, pero se recuperó.
Las autoridades británicas ya habían acusado antes a otros dos agentes de la inteligencia militar rusa, identificados como Alexander Petrov y Ruslan Boshirov, por viajar a Gran Bretaña para perpetrar el ataque. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmó que los sospechosos eran civiles, y los hombres aparecieron en la televisión rusa afirmando que habían visitado Salisbury como turistas.
La policía dijo tener pruebas de que “Sergey Fedotov” es un alias de Denis Sergeev, un miembro del servicio de inteligencia militar ruso conocido como GRU.
Se han emitido órdenes de detención para los tres hombres. La policía británica dijo que el martes solicitará a la Interpol alertas sobre Fedotov. Los tres sospechosos habían trabajado antes junto para el GRU “como parte de operaciones fuera de Rusia”, agregaron las autoridades.
El subcomisario Dean Haydon, quien ha estado al frente de la investigación, señaló que el caso ha sido uno de los más complejos a los que se ha enfrentado nunca el equipo de antiterrorismo y pidió la colaboración de cualquiera que hubiese visto a los tres hombres en el país en marzo de 2018.
El caso avivó una disputa diplomática en la que cientos de enviados fueron expulsados tantos por Rusia como por las naciones occidentales.