TULAROSA
Participó en un espectáculo al estilo Buffalo Bill, llevó su mensaje a caballo desde Tierra Santa a Times Square y fue invitado a la Casa Blanca para reunirse con el presidente.
Pero la suerte pudo haberse agotado para este pastor vaquero que saltó a la fama política nacional al apoyar al entonces presidente Donald Trump con una serie de caravanas a caballo y se derrumbó con una postura desafiante el 6 de enero contra la elección del presidente Joe Biden.
Hoy, Couy Griffin está divorciado, es menospreciado por su familia, enfrenta una campaña de destitución política, una investigación estatal de corrupción y cargos federales.
Sin embargo, sigue decidido: quiere ser gobernador.
El comisionado del condado Otero, en Nuevo México, transformó a un grupo de conocidos del rodeo en 2019 en el grupo Cowboys for Trump para difundir el mensaje conservador del mandatario republicano sobre armas, inmigración y aborto.
La derrota electoral de Trump ha dejado al padre de 47 años en una lucha solitaria por su vida política después de participar en el asalto a la sede del Congreso en enero y pasar más de una semana en prisión.
Griffin es uno de los miles de leales a Trump en cargos públicos que están trazando un futuro incierto antes del ciclo electoral de 2022. Es parte de un cuadro más pequeño que coqueteó con la insurrección en nombre de Trump y aún puede pagar un alto precio. En total, más de 400 personas fueron declaradas culpables por la insurrección en el Capitolio que dejó cinco muertos y decenas de oficiales heridos.
Aún así, es fácil encontrar electores leales en un condado rural impregnado de la cultura contra el establishment y proarmas que domina el sur de Nuevo México.
“No tiene malicia con nadie”, dijo George Seeds, afuera de la iglesia New Heart Cowboy en Alamogordo, donde Griffin sirvió una vez como pastor. “Lo que le preocupa es la dirección de este país, hacia dónde se dirige”.