TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis.
El endurecimiento de la política migratoria en la frontera sur ha obligado a personas en tránsito a aventurarse por rutas poco accesibles para burlar el “muro” levantado por el gobierno federal con el Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional.
Esto expone a los migrantes a la extorsión, asaltos, abusos policiacos, violaciones, accidentes y asesinatos. Los que no se suman a las caravanas contratan polleros o viajan en camiones de carga con doble fondo, hacinados y con riesgo de asfixiarse y sufrir accidentes.
El cierre del corredor migratorio de la Costa los ha llevado a tomar otras rutas, como la Central, ingresando por Chicomuselo, cruzando la presa de La Angostura y pasando los municipios de La Concordia, Villaflores, Jaltenango y Ocozocoautla, donde policías municipales y estatales improvisan retenes en cada tramo.
Pero hay quienes toman la ruta más intrincada: desde la Selva de El Petén, en Guatemala, ingresan por Palenque, Chiapas o Tenosique, Tabasco. Mario Alejandro Sánchez, originario de Catamas, en el Departamento de Olancho, Honduras, lo hizo así. Salió el 3 de noviembre pasado con su hijo Kevin Joel, de 14 años, buscando llegar a Miami, donde vive uno de sus hermanos.
Sin embargo, la madrugada del martes 9 de noviembre la Urvan donde iba con Kevin Joel chocó con otra camioneta y se incendió en el tramo Palenque-Catazajá, a la altura de la colonia González. De los 15 migrantes que iban en el vehículo, nueve sufrieron golpes, otros quemaduras, y seis murieron calcinados.
Lo primero que hizo Mario tras el impacto fue buscar a su hijo. El adolescente ya se había bajado. Lloraba y gritaba porque se estaba quemando, por lo que su padre se quitó la camisa y con ella apagó el fuego. El otro vehículo también iba lleno de migrantes, de los cuales fallecieron cinco.
Las primeras investigaciones periciales revelaron que ambos vehículos iban a exceso de velocidad. Al que iba adelante se le ponchó una llanta, zigzagueó y fue alcanzado por la segunda camioneta, Lo golpeó en el costado izquierdo y los dos se incendiaron.
Los conductores y los sobrevivientes que podían andar huyeron. Los servicios de emergencia llegaron media hora después del accidente y sólo encontraron a cuatro personas. Un adulto y dos niños tenían heridas graves y quemaduras; este fue el caso de Kevin Joel, quien junto a su padre esperaba ayuda a orilla de la carretera.
Kevin le dijo a su padre que aparentemente un tercer vehículo los perseguía a alta velocidad. No saben si eran delincuentes, policías o personas que “los custodiaban” en el trayecto.
“Estaba oscuro, todo fue bien confuso”, dice Mario Alejandro. Hasta entonces ya había gastado 3 mil lempiras hondureños en sus seis días de viaje. Ignoraba el peligro de utilizar esta ruta migratoria, donde muchos de sus paisanos han muerto o desaparecen.
A sus 45 años, Mario no miró atrás. “No dejé a nadie, no tengo nada, aquí estoy todo”. Otro hijo, Oscar Alejandro, de 20 años, desapareció en Honduras hace dos años. Sólo tiene a Kevin Joel, quien se encuentra grave en el Hospital Dr. Jesús Gilberto Gómez Maza, de Tuxtla Gutiérrez, adonde fue trasladado en helicóptero desde Palenque e internado el martes 9 con quemaduras en el 40% del cuerpo.