Emma Raducanu completó su marcha asombrosa en el Abierto de Estados Unidos, al imponerse en la final 6-4, 6-3 sobre Leylah Fernández para conquistar por primera vez un título del Grand Salam.
Ninguna tenista profesional desde 1968 había llegado a la final de un major tras disputar las preliminares de la ronda clasificatoria. La británica de 18 años lo logró y además ganó el trofeo.
Es la monarca más joven de un torneo del Grand Slam desde que la rusa Maria Sharapova se coronó en Wimbledon en 2004, a los 17 años.
Raducanu, apenas en su segundo certamen del Grand Slam, no perdió un solo set en el US Open. La última tenista que había conseguido esa hazaña fue Serena Williams en 2014.
Fernández eliminó a tres de las cinco mejores tenistas del escalafón en su camino a la final. En cambio, la joven de padre ecuatoriano no encontró la energía para remontar, luego de disputar cuatro duelos consecutivos que se dirimieron en tres parciales.
Desde 1999, no ocurría que dos adolescentes se enfrentaran en la final de un major. En aquel entonces, Serena Williams, de 17 años, doblegó a Martina Hingis, de 18, en el US Open.
El duelo del sábado fue el primero por el título de un certamen del Grand Slam entre dos tenistas que no figuraban entre las preclasificadas.
Raducanu logró un quiebre para tomar una ventaja de 4-2 en el segundo set. Conservó el servicio para colocar el parcial en 5-2 y estuvo dos veces a un punto de ganar el cetro en el siguiente juego.
Sin embargo, permitió que ambas oportunidades se le escaparan al enviar hacia la red un par de tiros al ras del piso.
En 5-3, Raducanu estaba en condiciones de llevarse el duelo con su saque. Resbaló en la cancha cuando perseguía una pelota en busca de ejecutar un revés.
Sufrió una cortada en una rodilla. Un kinesiólogo entró para aplicar un vendaje.
Durante una interrupción de más de cuatro minutos, Fernández, zurda de 19 años y 73ra del escalafón, habló con la jueza de silla Marijana Veijovic.
Cuando las hostilidades se reanudaron, Raducanu se salvó de un par de puntos para quiebre. Aprovechó su tercera oportunidad para finiquitar el encuentro, con un ace de 108 millas (173.81 kilómetros) por hora.
Soltó su raqueta, se dejó caer de espaldas y se llevó las manos al rostro.
La última británica que había ganado un trofeo del Grand Slam era Virginia Wade, en la edición de 1977 de Wimbledon.