PARÍS — Para la madre en luto, la noche de la masacre le arrebató a su hijo y manchó para siempre su percepción del vibrante vecindario que tanto amaban.
Para el presidente de Francia, una celebración de la selección nacional de fútbol se transformó en noches en vela para lidiar con un sorpresivo ataque extremista.
Los sobrevivientes del ataque del grupo Estado Islámico la noche del 13 de noviembre de 2015 en París, y aquellos que lloran a las 130 personas asesinadas se preparan para el anticipado juicio con la esperanza de que se haga justicia.
El juicio inicia el miércoles en un moderno complejo dentro de una corte original del Siglo XIII de París. La cámara principal y 12 salas adyacentes pueden albergar a 1.800 víctimas, 330 abogados y 141 periodistas acreditados para el juicio de nueve meses.
Veinte hombres irán a juicio, seis de ellos en ausencia. Se cree que cinco de los seis ausentes murieron en Siria o Irak. La mayoría de ellos están acusados de ayudar a fabricar identidades falsas, trasladar a los atacantes a Europa desde Siria, proporcionarles dinero y teléfonos celulares y suministrarles armas y explosivos.
Los ataques pusieron a Francia en un estado de emergencia. Para Stéphane Toutlouyan y las demás personas que fueron rehenes dentro del Bataclan, la transformación fue sumamente personal.
“La reacción a esto, posteriormente, fue intentar recuperar el control de nuestras vidas y hacer cosas que no habíamos hecho antes, porque no hay tiempo que perder”, dijo a The Associated Press.
En aquella trágica noche del 13 de noviembre, un grupo de nueve simpatizantes de ISIS con armas automáticas y chalecos explosivos atacaron la capital francesa. Casi todos ellos eran originarios de Francia o de Bélgica, al igual que el 10mo miembro y único sobreviviente, Salah Abdeslam.
Abdeslam, quien abandonó su vehículo y cuyo chaleco explosivo sufrió un desperfecto, es el único acusado que enfrenta cargos por homicidio en el juicio. Otro importante acusado, Mohammed Abrini, reapareció meses después en las imágenes del atentado de ISIS en el aeropuerto y el metro de Bruselas.
Muchos de los atacantes fallecidos, junto a Abdesalam y Abrini, eran amigos de la infancia en el vecindario de Molenbeek, en Bruselas. Algunos se unieron al grupo Estado Islámico en Irak y Siria, incluyendo al líder de los atentados en París, Abdelhamid Abaaoud. A bordo de tres autos alquilados, llevaron su “caravana de la muerte” por la autopista que conecta a Bruselas con París el 12 de noviembre de 2015, y se esparcieron en distintos hoteles.
Al día siguiente, los equipos de Alemania y Francia se enfrentaban en el Stade de France, el estadio nacional a las afueras de París.
Era una agradable tarde de viernes y los restaurantes y bares de la ciudad estaban llenos. Víctor Muñoz, de 25 años y originario de París, estaba con sus amigos. Cerca de ahí, en la sala de conciertos Bataclan, la banda estadounidense Eagles of Death Metal tocaba ante una gran multitud, entre los que se encontraba Toutlouyan.
El sonido de la primera explosión, a las 9:16 de la noche, apenas pudo escucharse debido a la multitud en el estadio. El segundo estallido ocurrió cuatro minutos después. El presidente de Francia, François Hollande, quien se encontraba en el estadio junto al ministro del Exterior de Alemania, fue informado de los ataques en el exterior del inmueble.
“Me quedé en mi lugar unos minutos para evitar que se desatara el pánico. Las personas podían verme desde sus asientos y podían relacionar las detonaciones con mi partida, o existía el riesgo de una estampida”, declaró Hollande al diario Le Parisien este mes.