Francisco Castañares, cacereño de 58 años, se abrió una cuenta en Facebook en 2016 para “estar donde todo sucede”. El pasado jueves al acceder a la red social le saltó una pestaña: “No podrás publicar ni comentar durante 24 horas”. La empresa de Zuckerber consideró que su última publicación infringía las “normas comunitarias” de la plataforma sobre desnudos o actividad sexual. Francisco había compartido una noticia de EL PAÍS sobre el planchado de senos a adolescentes africanas, una tortura ancestral apenas investigada que se realiza para evitar que llamen la atención de los hombres. Esa pieza iba acompañada de una imagen, tomada en Cámerun, en la que se ven los senos de una mujer aplastados por un bastón para impedir su crecimiento. Esa era la fotografía de la discordia, el motivo por el que Facebook censuró el contenido.
“Me parece una barbaridad, en cuanto se muestra un centímetro más de piel se activan los instrumentos de censura automática de Facebook. Esto no responde a las necesidades informativas del siglo XXI”, critica Castañares, que aún no ha podido hacer movimiento alguno en la red social. Se refiere a los algoritmos que controlan lo que se puede ver y lo que no, fórmulas matemáticas que escapan al análisis humano. “Pedí a algunos amigos que publicaran en su muro la misma noticia en señal de protesta, pero sus cuentas fueron igualmente bloqueadas”, indica.
Por su parte, Facebook aseguró que las imágenes en las que se ven pezones femeninos vulneran sus normas. En el caso específico de la noticia sobre Camerún, trasladan que se revisará la publicación. Para Facebook existen “contenidos inaceptables”, publicaciones que pueden “resultar sensibles” para algunos usuarios. “De forma predeterminada eliminamos imágenes sexuales para evitar que se comparta contenido sin permiso o de menores de edad”, explican en su código ético. Las polémicas por las continuas censuras de Facebook no son nuevas. Una de las más sonadas fue la de 2016, cuando la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, vio cómo la plataforma eliminaba de su perfil la imagen de la niña vietnamita abrasada con napalm, símbolo de la barbarie de la guerra de Vietnam. La tecnológica rectificó.
“Por encima de las políticas internas de Facebook tiene que prevalecer el derecho a la información y la libertad de expresión”, señala Borja Adsuara, abogado especializado en derecho digital. El problema son los sistemas de reconocimiento de contenidos automatizados que usa la plataforma, considera el jurista e ingeniero en telecomunicaciones Sergio Carrasco. “Deberían introducir cambios en los sistemas de revisión para que no se apliquen los mismos criterios a los contenidos de particulares y a los procedentes de los medios de comunicación”, explica, una opción viable desde el punto de vista técnico.
En parte, Carrasco justifica la metodología de Facebook. “Les hemos exigido inmediatez en la retirada de contenidos violentos y las máquinas no son perfectas, por eso han optado por cortar de raíz: bloquean el contenido sospechoso y lo revisan”. La ley alemana, por ejemplo, exige a los gigantes de Internet que eliminen las publicaciones que puedan alentar acciones terroristas en un máximo de 24 horas. De lo contrario, se enfrentan a multas de hasta 50 millones de euros.
Otros expertos creen que el problema no es de Facebook. “Se nos olvida que no es un ministerio, sino una empresa privada, no le podemos exigir un determinado comportamiento porque solo responde ante su consejo de administración”, apunta Paloma Llaneza, abogada y autora de Datanomics. “Está en su derecho de establecer sus condiciones de uso mientras el contrato con los usuarios no sea contrario al orden público. Sus decisiones están influidas por el puritanismo de Estados Unidos, donde en las televisiones públicas no están permitidos los tacos y algunos programas se emiten en diferido para controlar cualquier conducta fuera de la norma”, expone Llaneza. “Los estadounidenses tienen pavor al desnudo”, añade.
LA EXPLICACIÓN QUE DA LA PLATAFORMA
“Decidir qué contenidos permanecen en Facebook y cuáles se retiran es una de las labores más duras a la que nos enfrentamos”, aseguraron ayer por escrito portavoces de la red social a este periódico. “El contexto lo es todo”, añadieron. Ese es el motivo, explicaron, que les ha llevado a aprobar una serie de normas en las que se detalla lo que está permitido. “Como muestran esas pautas, nos tomamos muy en serio la desnudez en los niños y el abuso a menores”, detallaron. Para ello tienen un equipo dedicado a revisar sus políticas y “agradecen” la colaboración de las industrias, expertos y otros grupos para “estar seguros de que toman las decisiones correctas”.