RÍO DE JANEIRO. — Los científicos brasileños estaban incrédulos. Utilizaron diversos modelos para verificar los cálculos pero todos daban el mismo resultado alarmante.
El país con los mayores recursos de agua dulce del planeta ha perdido 15% de sus aguas superficiales desde 1991. La parte que corresponde a Brasil del Pantanal —la llanura aluvial más grande del mundo— se ha reducido gradualmente y ahora sus aguas sólo abarcan una cuarta parte de la superficie que cubrían hace 30 años.
Y los datos sólo llegaron hasta 2020, antes de la sequía de este año que es la peor en nueve décadas de Brasil.
“Cuando obtuvimos los primeros resultados nos preguntamos si habría algún problema en las ecuaciones”, dijo Cassio Bernardino, director de proyectos para el grupo ambientalista Fondo Mundial para la Naturaleza-Brasil, que participó en el estudio con universidades brasileñas y contrapartes como el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía, además de colaboradores internacionales como Google y la organización The Nature Conservancy. Los científicos utilizaron la inteligencia artificial para analizar unas 150.000 imágenes de satélite con mediciones de la superficie de lagos, ríos, marismas y todas las aguas superficiales de Brasil.
Las cifras coincidían, y los datos de MapBiomas publicados esta semana han aumentado la actual alarma. La persistente sequía ha elevado los costos de la energía y los precios de los alimentos, marchitado cultivos y vuelto vastas franjas de selva más propensas a incendios. Además los especialistas advierten sobre una posible escasez de electricidad. El presidente Jair Bolsonaro dijo el jueves que las presas-embalses están “al límite del límite”.
“Las perspectivas no son buenas; estamos perdiendo capital natural, estamos perdiendo agua que alimenta las industrias, la generación de energía y el sector agropecuario”, dijo Bernardino. La sociedad de Brasil en su conjunto está perdiendo este recurso muy valioso y a un ritmo espantosamente veloz”.
El estudio que acompaña la información de MapBiomas no está publicado aún. Dos expertos externos consultados por The Associated Press y que revisaron la metodología del estudio dijeron que el enfoque parece sólido, y su escala permite una comprensión importante de los recursos hídricos de Brasil. Sin embargo, señalaron que el uso de la inteligencia artificial para analizar las imágenes satelitales sin una verificación en el terreno podría aumentar el margen de error.
La evaporación es parte del ciclo natural que puede disminuir los recursos hídricos, en particular en zonas con fuentes de poca profundidad como los humedales del Pantanal, que abarcan unos 20,7 millones de hectáreas (80.000 millas cuadradas) en tres países. Es un problema persistente similar al de los lagos Mead y Powel en la cuenca del río Colorado.
El estudio de MapBiomas no estableció en qué medida la contracción de los recursos hídricos de Brasil se debió a causas naturales. Sin embargo, expertos han advertido que las actividades humanas están afectando los patrones del clima en el mundo, causando eventos extremos con mayor frecuencia como sequías e inundaciones severas. La tala y quema de bosques, la construcción de grandes plantas hidroelécticas y las presas o embalses para la irrigación de cultivos, todo esto contribuye a cambiar los patrones naturales, dijo Mažeika Patricio Sulliván, Profesora de Ecología en la Universidad Estatal de Ohio.
“Estamos alterando la magnitud de esos procesos naturales”, señaló Sulliván, experta en humedales que ha estudiado los sistemas hídricos en Estados Unidos, América del Sur, Europa oriental y el Caribe. “Esto no está sucediendo únicamente en Brasil, sino en todo el mundo”.
Sulliván señaló que los datos e MapBiomas “causan asombro” aunque no son una sorpresa: casi 90% de la superficie de humedales han desaparecido desde 1900, y casi 40% en América del Norte, según proyecciones, agregó. Los humedales son esenciales para muchas especies en sus hábitats y cruciales para retener el agua que fluye gradualmente hacia los ríos, impidiendo las inundaciones.
En la selva tropical amazónica de Brasil, el, agua que se evapora después viaja en las corrientes de aire transportando lluvia hasta grandes distancias. Sin embargo, algunos expertos del clima arguyen que la Amazonía se dirige un “punto crítico” en 10 o 15 años: si se destruye demasiado bosque, la Amazonía podría comenzar un proceso irreversible de degradación y convertirse en una sabana tropical.
Existen más fuentes inmediatas de alarma, como el posible racionamiento de electricidad ese año. Los niveles del agua en los embalses de hidroeléctricas se han reducido debido a una década de lluvias menores a las habituales. Los embalses en la cuenca del río Paraná, que suministran energía a la metrópolis de Sao Paulo y varios estados, nunca antes han estado tan vacíos, dijo este mes el operador de la red.
El río Paraná transcurre desde Brasil a Argentina y en su curso se encuentran las emblemáticas cataratas de Iguazú en la frontera de esas naciones; las majestuosas cascadas estuvieron irreconocibles algunos días en junio porque se habían convertido apenas en chorros de agua. La vía navegable del Paraná y sus acuíferos proveen agua dulce a unos 40 millones de habitantes, y son sustento de comunidades pesqueras y agricultores.
El ministro de energía de Brasil, Bento Albuquerque, efectuó el 25 de agosto una conferencia de prensa para negar la posibilidad del racionamiento de energía, aunque al mismo tiempo hizo un llamado a las compañías y la gente a que reduzcan su consumo de electricidad. Algunos analistas conjeturan que este tipo de posturas tienen motivos políticos con vistas a un año electoral.
“Al actual ritmo, las interrupciones del suministro de electricidad podrían ocurrir este año, en especial durante las horas pico”, dijo Nivalde de Castro, coordinador del grupo de estudios del sector eléctrico en al Universidad Federal de Río de Janeiro.
La disminución de los recursos hídricos de Brasil también vuelve peligrosos los incendios que la gente efectúa a menudo durante el invierno en el hemisferio sur para eliminar pastizales porque podrían salirse de control.
El año pasado, más de una cuarta parte del Pantanal de Brasil estuvo en llamas. Fue por mucho la peor devastación anual desde que las autoridades comenzaron a llevar los registros en 2003.
El Pantanal también tiene una gran capacidad para regenerarse si se le da la oportunidad sin repetidas quemas. Varios incendios ocurridos la semana pasada causaron preocupación entre la población local.
“Una vez más, el espectro de los incendios ha regresado”, dijo Angelo Rabelo, presidente del grupo ambientalista local que supervisa una zona protegida de unas 300.000 hectáreas. El año pasado, los incendios dañaron 90% de su tierra.
Los investigadores en la Universidad Estatal de Matto Grosso encontraron que partes del Pantanal en 2019 tuvieron 13 días más sin lluvias en comparación con la década de 1960. En concordancia con el estudio de MapBiomas, sus hallazgos también mostraron que los marismas estaban perdiendo agua superficial.
“El escenario es incluso peor este año; más sequía y menos agua”, señaló Rabelo desde Corumba, municipio del estado Mato Grosso do Sul.
Para Rabelo y otros, los incendios del año pasado fueron una señal de alerta. Él integró una brigada privada contra incendios de tiempo completo de 7 personas, la primera en el Pantanal. Han mejorado su adiestramiento y a la fecha han tenido capacidad para responder oportunamente antes de que los incendios se salgan de control.
Sin embargo, hay nuevos desafíos por delante. En las zonas sin caminos, la navegación por los ríos pequeños puede volverse problemática debido al bajo nivel de las aguas, señaló Rabelo. Esto significa que los bomberos podrían tener pronto problemas para llegar a algunos incendios e incluso si lo lograran tendrían menos agua disponible para apagarlos.
“La integración de la pérdida de agua y los incendios forestales es un gran problema en el que necesitamos comenzar a pensar más”, declaró Sulliván.