En un ejercicio de ficción que cruza diferentes preocupaciones del ser humano, en su nuevo libro Bernardo Esquinca le habla a los dioses.
A varios dioses, pero sobre todo a los dioses malvados, siniestros, capaces de sacrificar al ser humano a la menor provocación.
El Libro de los Dioses es publicado por Almadía, la editorial mexicana independiente en donde ha publicado varios de sus libros. Consta de 13 cuentos, con 13 escenarios posibles en que los dioses toman el destino contemporáneo de los personajes en sus manos.
UNA OBSESIÓN
“Tengo una obsesión con los dioses antiguos. Yo fui educado en la religión católica, mi papá y mi mamá son profundamente católicos, además Guadalajara es una ciudad que tiene una particular inclinación, al menos en mi época, por la religión católica. Conforme uno crece y va educándose y leyendo otras cosas que también se salen del canon, fui descubriendo a los dioses antiguos, es una idea que siempre me ha obsesionado. Me gusta la idea de que hay algo previo, algo primigenio, algo original”, contó.
En ese sentido, esta colección de cuentos aborda no sólo a dioses prehispánicos, sino a dioses paganos de distintas partes del planeta, de las distintas civilizaciones y sociedades.
MITOS Y REALIDADES
Algunos son puros inventos de Esquinca, otros que ya existían e investigó y algunos que inventaron otros escritores.
“Los dioses que sean, independientemente de dónde vengan, siempre reflejan lo humano, parte de las ideas volcadas en estos relatos tiene que ver con que los humanos necesitamos a los dioses para vivir pero igualmente los dioses necesitan de nosotros también, es como una cuestión simbiótica, se necesitan ambas figuras mutuamente.
Los que yo estoy abordando no pueden existir sin los humanos, necesitan de ellos, por lo tanto son un espejo de nosotros mismos”, explicó.
Esos dioses que se parecen tanto a los humanos como los que se narraron en la mitología clásica, son puramente humanos, fornican, traicionan, matan, son vengativos, comen y se emborrachan, son los que le interesan al escritor tapatío.
“Fui criado como una persona creyente y sigo siendo creyente, aunque pienso distinto como adulto.
No creo en un solo Dios, a diferencia de la religión donde fui inculcado. Creo que cada quien tiene su propio dios personal, como decía la canción de Depeche Mode, eso es válido”, contó al respecto.