Guanajuato, México.-El nombre es un acrónimo alusivo a una mano perfecta con las cartas más altas, y para quien haya pensado en llevar a KARD al Festival Internacional Cervantino (FIC) realmente resultó una apuesta ganadora.
"¡KARD¡ ¡KARD! ¡KARD!", gritaban ya, a todo pulmón, quienes abarrotaban anoche la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas desde una hora antes de que iniciara la presentación del grupo de K-pop.
Se ha dicho que el FIC está abierto a todas las culturas, y en una especial edición 50 que este año tiene por nación invitada de honor a Corea del Sur era la oportunidad perfecta para ceder el foro a una de las expresiones con mayor convocatoria y rentabilidad en la actualidad.
La enorme fila, más bien una aglutinación que clausuraba el tráfico en las vías aledañas, daba cuenta de ello. Aún faltaba para que BM, J. Seph, Somin Jeon y Jiwoo Jeon -ninguno de ellos mayor de 30 años- salieran a escena, y ya parecía imposible alcanzar un lugar. Pero la esperanza permanecía.
Y es que cuando menos, todos los que se habían dado cita, en su mayoría jovencitas y varios menores acompañados de sus padres, alcanzarían a escuchar con relativa proximidad a estos ídolos, considerados la próxima generación de creadores del género.
Que no por ello la agrupación más exitosa de su tierra, donde ha llegado a haber críticas hacia KARD por su marcado énfasis en el mercado internacional. Aunque para sus miembros incluso este gran recibimiento que su música ha tenido en América ha sido algo inesperado, según contaron ayer por la mañana en conferencia de prensa.
La espera por fin terminaba. Una cuenta regresiva y los nombres en la pantalla preludiaron la entrada del grupo, que de inmediato entonó Ring the Alarm, llevándose la bienvenida más ensordecedora que acaso se haya dado alguna vez aquí.
Si un día antes la gala inaugural, con sopranos inigualables y un gran show de pirotecnia, había sido un éxito, lo de KARD era para la posteridad. Todo un hito el debut del K-Pop en el FIC.
Un pop fraguado del otro lado del globo pero con un familiar gusto latino, con ese dembow ante el cual es imposible permanecer quieto. Aún el más apático traído a la fuerza o como chaperón terminaba sacudido por la reverberación en el suelo. ¿Era por los parlantes gigantes o las gargantas volcadas hasta la afonía?
Seguía Oh NaNa, un éxito que el fandom reconoció apenas sonaron los primeros beats, y al que se entregaron en coro acompañando a ese par de hombres y mujeres en escena, fórmula mixta que en realidad es inusual para el género.
"Este es el 50 aniversario del Cervantino. Y es un gran honor para nosotros celebrar aquí con ustedes, chicos", traía a cuenta BM, igual que hiciera antes en conferencia.
- "¿Puedo tener un 'oh yeah'? Déjenme escucharlos decir '¡oh yeah!'", pediría luego, motivando un alarido tal que se debe haber alcanzado a oír hasta San Miguel de Allende o Celaya.
Unos temas después, sonó Gunshot, con un ritmo más pausado, acaso rayando en el reggae, y al fondo la pantalla gigante presentaba un igualmente impresionante desplante de color, aunque de alcance más bien subliminal, pues las miradas permanecían fijas, por completo capturadas, en aquellos cuatro que cantaban y bailaban coreográficamente.
"¡México está que arde!", reconoció Somin JeonTras casi media hora cantando y bailando, los de KARD continuaron el concierto sentados en bancos, y el furor parecía haber cedido por unos minutos. Pero al poco rato habrían de preguntar: "¿Están listos para la fiesta ya?", y al empezar Good Love el público estalló una vez más.
El Cervantino, se dice siempre, es una fiesta -la del espíritu-, pero quizás nunca antes le había quedado tan bien el calificativo. Quien siga sin comprender por qué el K-pop es un fenómeno de tal magnitud a nivel global, reconocido como la tercera industria de exportación de Corea, que revise lo sucedido esta noche en el FIC.