CIUDAD DE MÉXICO.-Su hora de llegada estaba programada paras las 23:40 horas, pero Kendrick Lamar apareció hasta pasada la media noche, para hacer un llamado de libertad y comunión, a los 55 mil fans, cifra oficial, que lo acompañaron en el primero de dos días del Festival Ceremonia.
"¡México! Quiero expresar mi amor hacia ustedes por recibirme nuevamente en este hermoso país. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, pero he sentido su energía todos estos años. Está noche seamos libres", decía el mensaje que las grandes pantallas proyectaban, segundos antes de su arribo.
El californiano, de 36 años, apareció como un "mesías", luciendo un traje, con una capucha y guantes.
Ansiosos, los miles que esperaban por él estallaron en gritos al escucharlo iniciar con "United In Grief", canción que abre su último disco Mr. Morale & The Big Steppers, lanzado en 2022.
"¿Están listos para la fiesta? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez, así empecemos desde el principio", dijo.
El hijo pródigo de Compton, uno de los raperos más celebrados de los últimos tiempos, que volvió a pisar tierras mexicanas después de siete años, emocionó a sus fans con himnos de sus discos pasados.
Desde "DNA" y "Loyalty" de DAMN., el aclamado material discográfico de 2017, que le valió cinco premios Grammy y un premio Pulitzer, convirtiéndolo en el primer rapero en lograrlo, pasando por "Bitch, Don't Kill My Vibe", del ya clásico Good Kid, M.A.A.D City y que le dio fama internacional. Hasta "King Kunta", de To Pimp a Butterfly del 2015, que lo consolidó como uno de los mejores del género de toda la historia.
Fiel a su estilo, Lamar estuvo acompañado de bailarines y una banda que mantuvo boquiabiertos a locales y extranjeros, que se atiborraban en el escenario principal.
El piso del Parque Bicentenario se cimbró cuando el artista regaló sus temas de mayor éxito comercial como "Alright" y "Money Tree", que ilustró con visuales en español que traducían de manera literal "Árboles de Dinero".
El tiempo de espera fue recompensado pues en casi una hora y media de espectáculo, los asistentes gozaron de cada momento al ritmo de hip hop, mientas que Kendrick Lamar se hacía desear y que, a ratos, callaba para escucharlos corear.