- Los Ángeles, California
Benito Martínez Ocasio se dirigió a la audiencia y preguntó: “What do you prefer? Me talking in English (¿Qué preferís, que siga hablando inglés) o español?”. “¡Español!”, respondió al unísono el público. “Entonces, ustedes mandan”, les contestó Bad Bunny a las miles de personas que bailaban reguetón con el puertorriqueño, cabeza de cartel del acaso mayor festival del mundo, Coachella, en el desierto de Indio, en California.
EL PÚBLICO ELIGEA poca distancia de Los Ángeles, donde el conejo malo participó en la ceremonia de los Grammys este año y vio cómo la televisión subtitulaba su actuación con un “speaking non-english; singing in non-english”, como si fuese tan difícil dejar la propia letra o, incluso, si es que fuese necesario subtitular, escribir, ejem, “Hablando en español; cantando en español”, no fuese a ser que alguien se preguntase de qué idioma se trataba.
Bad Bunny se ha convertido este fin de semana en el primer artista de habla hispana en ser cabeza de cartel de Coachella, donde también la rompió, como viene siendo habitual los últimos años, Rosalía, que se dirigió al respetable, de primeras, en español.
PREDOMINA EL ESPAÑOLEl de Souza y el de otros tantos que llegaron antes, no obstante, se trata de un problema de élite. El español, lo hispano, lo latino, está apenas entrando en una nueva fase en Estados Unidos. Hay decenas de millones de personas que viven allá y otros tantos miles que, al cabo del año, tratan de alcanzar el país, que ni siquiera sueñan con esas problemáticas. Las discriminaciones y los problemas estructurales poco cambian con los años, pese a que los escaparates son cada vez más grandes y llegan más lejos los altavoces que recuerdan que no hay que tener miedo, que se puede decir y conjugar de mil maneras distintas, pero que “speaking non-english” es que habla en español.