No piensan jubilarse aún, ni mucho menos decir adiós a los escenarios, porque para eso todavía les falta un buen rato; sin embargo, son varias estrellas de la música norteña que ya integraron a sus hijos a sus grupos para prepararlos y en el futuro den continuidad a su legado musical. Conócelos.
CARDENALES DE NLA sus 76 años, con dificultades para caminar, Cesáreo Sánchez, conocido en el medio como don Chayo, sigue cantando desde una silla de ruedas en el escenario.
Aunque señaló que seguirá cantándole al público hasta que la salud se lo permita, don Chayo integró a sus hijos Chayín y Marcos dentro de su grupo Los Cardenales de Nuevo León.
"¿Qué más puedo hacer yo por los hijos? Sólo apoyarlos, bueno, nos apoyamos mutuamente. Marcos me apoya a mí con la voz y yo lo apoyo estirándolo, enseñándolo a que se entregue frente al público", compartió el intérprete de éxitos como "Mi Cómplice" y "Si Yo Fuera Él".
"Chayín ya tiene muchos más años conmigo; Marcos entró a Cardenales hace apenas unos años. La idea es que sigan mi legado, pero mientras yo pueda cantar y andar trabajando, voy a seguirle. De repente va Marcos solo a los shows porque yo no puedo (por cuestiones de salud) y él saca la chamba. La gente lo acepta, eso es bueno. Me da gusto".
El líder del grupo norteño, quien en 2022 sufrió un infarto cerebral, dijo sentirse muy orgulloso de sus retoños porque son su dinastía, quienes se mantendrán al frente de Cardenales de Nuevo León el día que él falte.
"Me siento muy contento y orgulloso de ellos porque son buenos muchachos. Tiene uno que apoyarlos, inculcarles la música", consideró.
INVASORES DE NLPor una emergencia, Francisco Ríos entró a Invasores de Nuevo León para tocar el bajosexto; y nunca más se fue del grupo.
Paco, como lo llaman sus allegados, es hijo de Javier Ríos, líder de la agrupación norteña, quien no dudó en integrar a su retoño al grupo, que en el 2025 celebrará 45 años de trayectoria.
"Mi hijo entró de emergente porque a Ángel, que tocaba el bajosexto, no le llegó la visa de trabajo a tiempo y teníamos un compromiso en Estados Unidos", contó Javier, acordeonista y segunda voz de Invasores, que se originó en Los Ramones, Nuevo León.
"Aunque uno quiera que agarren otro camino, si les gusta la música hay que darles la oportunidad. Es bonito que sigan lo que uno hace porque esta carrera es muy bonita, pero también muy sacrificada y sufrida".
El gran consejo que le ha compartido Javier a su hijo Francisco es que el público merece todos sus respetos siempre.