- Londres, Inglaterra
Escocia celebró. Gaitas, faldas escocesas, tambores y un poni de las islas Shetland llamado Cabo Cruachan IV desfilaron por la Royal Mile de Edimburgo en honor del rey Carlos III.
Dos meses después de su fastuosa coronación en la Abadía de Westminster de Londres, Escocia organizó su propio acto para celebrar la llegada al trono del nuevo monarca.
Aunque Carlos y la reina Camila no fueron coronados por segunda vez, al nuevo rey le fueron presentados los Honores de Escocia —la corona, el cetro y la espada de Estado_, objetos que recibió con reverencia durante un servicio religioso en la catedral de San Egidio. La Piedra del Destino, importante símbolo de la identidad escocesa, también fue trasladada a la catedral para las festividades.
MUY SIMBÓLICOLa presencia de estos iconos de la nacionalidad escocesa es una muestra de respeto por un país intensamente orgulloso de su historia y en el que el deseo de algunos por la independencia nunca ha desaparecido del todo, a pesar de estar unido a Inglaterra y a Gran Bretaña desde 1707. El gobierno nacional de Escocia está encabezado por el Partido Nacional Escocés, que está pidiendo un segundo referéndum de independencia.
Los actos en Edimburgo fueron una continuación de las iniciativas de Carlos de Inglaterra por estrechar lazos en todo el Reino Unido, en un intento de demostrar que la monarquía de 1.000 años de antigüedad sigue siendo relevante en la Gran Bretaña moderna. Poco después de la muerte de su madre, la reina Isabel II, en septiembre pasado, Carlos visitó Irlanda del Norte, Escocia y Gales antes de asistir al funeral de Estado en Londres.
TRADICIONES HISTÓRICASAl igual que durante la ceremonia de coronación celebrada en mayo, los actos vincularon tradiciones históricas con gestos a la naturaleza multicultural de la Gran Bretaña actual. El coro cantó un salmo en gaélico y se leyeron pasajes del Nuevo Testamento en escocés, con lo que el servicio religioso rindió homenaje a dos de las lenguas históricas de Escocia. Líderes no cristianos ofrecieron oraciones o mensajes de apoyo, en un reflejo del añejo interés del monarca en las cuestiones interreligiosas.
Carlos recibió también una espada nueva fabricada por artesanos escoceses y bautizada con el nombre de Isabel. La espada suplía a la actual espada de Estado, fabricada en 1507 y considerada demasiado frágil para su uso en la ceremonia.
Pero fue la reverenda Sally Foster-Fulton, moderadora de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, la que subrayó en su sermón la devoción de Carlos por la protección del medio ambiente.
La sociedad estará en el camino correcto cuando la gente comprenda que “el Cielo y la Tierra” no son mercancías ni posesiones, dijo a la congregación.
“Bendecidos somos, vamos por el buen camino, cuando comprendemos que nuestros hijos no heredan esta Tierra de nosotros; nosotros se las hemos pedido prestada”, dijo. “Y es nuestro deber devolverla todavía cantando y en auge y limpiándose, no achicharrándose”.