Londres, Inglaterra
El rey Carlos III fue coronado ayer en la Abadía de Westminster, al recibir la corona de San Eduardo con joyas en una ceremonia basada en la tradición antigua, realizada en un momento en que la monarquía se esfuerza por mantenerse relevante en una Gran Bretaña moderna fracturada.
Las trompetas sonaron dentro de la abadía medieval y la congregación proclamó “¡Dios salve al rey!” en la misa a la que asistieron más de 2.000 invitados, incluidos líderes mundiales, aristócratas y celebridades. Afuera, miles de militares, decenas de miles de espectadores y algunos manifestantes convergieron.
SIETE DÉCADAS DE ESPERAMás tarde, el recién coronado rey Carlos y la reina Camila saludaron a la multitud de entusiastas que se reunió para verlos desde el Palacio de Buckingham.
Fue la culminación de un viaje de siete décadas para Carlos, desde que era heredero al trono, hasta convertirse en monarca.
Para la familia real y el gobierno, la ocasión, cuyo nombre en código era Operación Orbe Dorado, fue una exhibición de patrimonio, tradición y espectáculo sin igual en todo el mundo.
Para las multitudes reunidas bajo un cielo lluvioso, de las cuales miles habían acampado durante la noche, fue una oportunidad de ser parte de una ocasión histórica.