Una de las cintas más esperadas que prometía subir los termómetros de las salas del Festival Internacional de Cine de Venecia era Baby girl, y ni la proyección de la película ni su posterior rueda de prensa decepcionaron.
En el filme de la directora holandesa Halina Reijn se expresa el deseo femenino sin censura, algo poco usual en las historias que siempre se han contado desde la perspectiva de las mujeres.
Nicole Kidman interpreta a Romy, una alta ejecutiva que tiene una profunda atracción hacia su joven asistente (Harris Dickinson) y Antonio Banderas encarna al esposo de ella, un director artístico que confía en su mujer.
"Trata sobre el deseo, sobre tus pensamientos más íntimos, los secretos, los matrimonios. Hablar de sexo encierra muchas otras cosas", aseguró Kidman.
Señaló que aceptó este proyecto debido a que se trata de una historia de sexo contada a través de la mirada de una mujer.
"Me interesa explorar qué significa ser humano, ser mujer, porque abrirse al mundo así te deja expuesta, vulnerable. Es una película que habla de feminidad, pero también de masculinidad, de poder, de control... de una crisis existencial. Aquí la pregunta es, ´¿puedo amarme a mí misma con todas esas complejidades?´".
La actriz añadió que ha rechazado en últimas fechas proyectos dirigidos por hombres para equilibrar la balanza porque, "¿cuántas directoras hay en la Competición veneciana?", preguntó a la moderadora. "Cinco entre 21", le respondió ella.
Por su parte, Banderas reconoció que fue un alivio para él encontrarse con Jacob, un personaje tan distinto como lo es el largometraje por sí mismo.
"Solía venir a este tipo de festivales con películas muy criticadas, tachadas por ser políticamente incorrectas. Pero Halina es original y lo suficientemente valiente para poner cosas que pensamos en la pantalla en tiempos en los que se nos etiqueta".