CIUDAD DE MÉXICO
“Está basada en momentos sensuales, casi orgásmicos”, dijo el creador sobre esta pieza de 10 metros fabricada en aluminio fundido, acero inoxidable y hoja de oro que se alza en la explanada del inmueble, parte de las 53 obras que integran la exposición Lovers.
Es la primera revisión de su trabajo en México y en América Latina.
A diferencia de la célebre escultura El beso, de Rodin, la propuesta de Fischer es abstracta y representa “toda forma posible de amor”, destacó el curador Francesco Bonami durante un recorrido de prensa que reunió a ambos en el recinto de Nuevo Polanco, donde el sonido de un tren en movimiento, que parecía estruendo, debido a la cercanía, interrumpía a ratos la charla.
“Es nice México City”, bromeó Fischer, y luego apuntó, en relación a Lovers#2, que las cosas grandes, a menudo, requieren ideas sencillas.
TRES PISOS
“La Ciudad de México es la primera en el mundo con un monumento dedicado al amor”, enfatizó Bonami, quien definió la muestra como “lúdica, romántica y poética”.
Repartida en tres pisos del museo, la exhibición -que resume 25 años de trayectoria-, muestra obras que son, como expresó el curador, bicicletas con motor de BMW, sencillas y complejas a la vez, así como una lengua mecánica que sale del orificio de un muro, una escoba levantada por un globo o un esqueleto desplomado sobre una silla.
Una gran instalación de gotas de lluvia se presenta como una experiencia que ironiza la tendencia de los museos del mundo a presentar instalaciones tipo parque de atracciones, y un rinoceronte de aluminio traspasado y bombardeado por una diversidad de objetos se convierte en símbolo de la agresión del progreso y el consumismo, refirió Bonami.
Destacan también dos retratos de tamaño natural moldeados en forma de velas, piezas emblemáticas del artista que permanecerán encendidas y se derretirán en el transcurso de la muestra.
Una gran instalación de gotas de lluvia.