Ciudad de México
El Museo Metropolitano de Nueva York (Met) inauguró el pasado lunes una exposición centrada en los cipreses del pintor holandés Vincent Van Gogh que revela que el maestro postimpresionista estuvo fascinado con estos árboles los dos últimos años de su vida, más tiempo del que se creía.
“Los cipreses de Van Gogh”, que abre al público general el lunes próximo, reúne en la misma sala dos cuadros icónicos de 1889 que habitualmente se visitan en dos museos diferentes de la ciudad, la “Noche estrellada”, del MoMA, y el “Campo de trigo con ciprés”, del Met, y que no se habían reunido desde 1901.
ACUARELAS Y DIBUJOSAcompañan decenas de obras llegadas desde todo el mundo, incluyendo una veintena de cuadros, acuarelas y dibujos.
La comisaria, Susan Alyson Stein, destacó que unas 30 instituciones y coleccionistas han colaborado con el Met para hacer posible esta exposición tan específica, que describió como “única en una generación” y que cambia alguna idea sobre la historia de uno de los artistas más reconocibles y estudiados.
Según dijo, las teorías “convencionales” sitúan el descubrimiento de los cipreses por parte de Van Gogh tras su ingreso en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy, en junio de 1889, pero la muestra asegura que esos árboles ya alimentaban su imaginación meses antes, y “cuenta por primera vez el trasfondo”.
- Los cipreses presenten es sus pinturas.
La naturaleza sigue emocionando al pintor en su última etapa, también en Saint-Rémy, entre octubre de 1889 y mayo de 1890, cuando “cierra el círculo” y produce una última obra en la que un enorme ciprés se alza en un campo de trigo ante una media luna y una estrella, con sus brochazos característicos.
A la presentación en el Met asistió una descendiente de Van Gogh, Machteld van Laer, que reivindicó la figura de su tatarabuela, Johanna Van Gogh-Bonger -viuda del hermano menor del pintor, Theo- como la figura clave que preservó la obra del maestro y contribuyó en buena medida a su fama póstuma.
“Medio año después de morir Vincent murió Theo, así que (Johanna) era una joven viuda con un niño de un año, que era mi abuelo. Tenía todo este legado del que se podía haber deshecho, pero se sintió responsable, ya que Theo siempre dijo que Vincent era un gran artista, aunque no era famoso en ese momento”, dijo.
SU LEGADOEse legado incluía unas 800 cartas, la mayoría de Vicent a Theo, marchante de arte de profesión, en las que el primero le hablaba al segundo de “su arte, de sus intenciones y de cómo se sentía”, con numerosas menciones a los cipreses, algunas de ellas están escritas por las paredes de las salas y que complementan las obras.