Entre estos modelos están la blanquitud, la proporción anatómica y la masculinidad, adoptados en Latinoamérica.
Con el subtítulo "Una mirada al arte europeo desde América Latina", y una curaduría que involucró a las dos instituciones, la exposición, que tiene como sede el Museo Nacional de Bellas Artes, de Santiago, reúne un total de 70 obras de pintores como Tintoretto, José de Rivera, Francisco de Zurbarán y Joanna Vergouwen, la única artista mujer presente en la exhibición con una pieza original.
Y es que también está incluida otra mujer, Ginevra Cantofoli, aunque con la copia de una obra que, por más de 300 años, fue atribuida a Guido Reni.
"Las mujeres estaban excluidas en esta historia del arte porque, durante mucho tiempo, no tuvieron acceso a la educación artística", dice Mireida Velázquez, directora del Museo Nacional de San Carlos, sobre la exigua presencia femenina.
El recinto mexicano, por ejemplo, resguarda sólo 15 piezas de pintoras dentro de un acervo de 2 mil 100 obras en total.
Las mujeres no fueron admitidas en la Academia de San Carlos sino hasta finales del siglo 19, explica la especialista, quien se ha propuesta mostrar con frecuencia el trabajo de estas creadoras.
Sobre la colaboración con el recinto chileno, Velázquez destaca la necesidad de revisitar con ojos críticos las colecciones.
"Toda America Latina compartió cánones de representación europeizantes, y de lo que se trataba aquí era de tener una mirada crítica de nuestros propios acervos, y de cuáles habían sido las historias detrás de su conformación como colecciones nacionales en ambos países", añade.
San Carlos aportó 34 piezas a la muestra, el mayor número que ese museo de la colonia Tabacalera presenta fuera de País en los últimos años; las 36 restantes proceden de la institución chilena.
En México y Chile estas colecciones, asociadas en su origen a las academias de San Carlos, fundada en 1781 y a la de Pintura de Chile, que data de 1849, contribuyeron a la formación de quienes estudiaban arte, indica Velázquez.
"La idea era dar cuenta, por ejemplo, de la blanquitud como reflejo de valores morales. Es decir, si eres blanco, evidentemente eres una persona 'de bien', por decirlo de manera coloquial".
Son "valores" que abrevaron de pasajes bíblicos o de la mitología, y la estética se vinculó con una ética, una moral y un modelo de civilización, puntualiza.
"No estamos cuestionando su valor artístico o su valor histórico", advierte en relación al arte europeo, "pero sí estamos viéndolo desde esta perspectiva crítica, y desde el hecho de que nuestras sociedades son racialmente distintas, diversas, y que en estas historias del arte dejamos de lado la multirracialidad de nuestras sociedades.
"Es momento de dejar de considerar la blanquitud como nuestro modelo. En la vida cotidiana vemos que toda la publicidad se basa en modelos de representación blancos, y esta sociedad no es blanca: somos, insisto, una sociedad multirracial, mestiza. Es momento de dejar de reflejarnos en un espejo que no es el nuestro".
La exposición "El canon revisitado", abierta en Chile desde el pasado 8 de abril, se divide en diversos núcleos, entre ellos: "La historia de las colecciones: La mirada blanqueada", "Estética de la moral y las virtudes", "La pictocracia y la jerarquía de los cuerpos" y "Las copias y la reproducción ideológica del canon".
El guión de la exposición está disponible a través de la cuenta de Spotify del Museo MNBAChile.