- CIUDAD DE MÉXICO
"Ésta fue la primera vez que yo me vestí de mujer", anuncia, desde sus 90 años de edad, la emblemática activista trans.
Sonriente, con un vestido ligero de estampado floral y batiendo sus largas pestañas, se reconoce a sí misma mientras recorre una sala de la Casa Rafael Galván donde una exposición honra su trayectoria.
Ahí, en el centro cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana, esa primera fotografía que atesora en su mano, tomada en los años 70, muestra el inicio de una vida dedicada, tanto en la fiesta como la necesidad, a la comunidad LGBT+.
Empresaria y publirrelacionista de la farándula y la noche de la diversidad sexual de los años 70, activista contra el VIH durante los años 80 y 90, y defensora de los derechos de las personas LGBT+ de la tercera edad, Samantha parte siempre de un principio rector.
"Si no nos amamos a nosotros mismos, ¿qué amor vamos a dar?", se pregunta, rodeada de fotografías y materiales varios reunidos por iniciativa del Archivo Memoria Trans México.
La exposición, llamada Samantha, Retrato colectivo de una pionera comunitaria, la celebra desde sus distintas facetas y a través de las épocas.A través de talleres artísticos, recreativos, de escucha, o el sencillo y necesario acompañamiento cotidiano, la asociación civil del mismo nombre fundada por Samantha busca hacer frente a un problema generalizado con los adultos mayores que se agrava en el caso de personas de la diversidad sexual.
"Nuestro motto es: 'Luchar contra el abandono y la soledad en la que vive el adulto mayor'; en general, pero el adulto mayor LGBTTI (más porque) somos invisibles, nadie sabe que existimos. Mi idea es hacernos visibles", abunda.
Nacida en Orizaba, Veracruz, en 1932, Samantha ha sido siempre sensible a las causas y necesidades de la comunidad.
En la década del 70, por ejemplo, fue introducida al ambiente de la farándula y la vida nocturna por la legendaria Xóchitl, la "Reina de Reinas", organizadora de las primeras fiestas travestis de la Ciudad de México.
Ya asumida su interioridad femenina, como ella la llama, comenzó un negocio de relaciones públicas para brindar trabajo digno a los integrantes de su comunidad y alejarles del trabajo sexual.
Como testimonio de esta época, en la exposición se muestra una versión ampliada de la tarjeta que negocios en las que ofertaba "Relaciones públicas. Strippers. Travestis. Tangas", pero, sobre todo, apuntaba: "Only shows, no sex".
"La mayoría de mis adoradas hermanas trabajaban en la calle, de trabajadoras sexuales, porque era la única manera que tenían de poder vivir. ¿Quién les daba trabajo? Nadie les daba trabajo", recuerda.
Aunque a ella, por fortuna, no le pasó nada, era también la época de las redadas y los arrestos irregulares y arbitrarios para la comunidad LGBT+.
"(El día de la inauguración de la muestra, 1 de abril) estuvieron conmigo dos amigas trans que estuvieron en el show business, eran vedettes, y nos contaban que habían sido rapadas, golpeadas, (llevadas) varias veces a la cárcel; llegaban los policías y, además de raparte, golpearte e insultarte, todavía te violaban y te hacían quedarte en la cárcel 15 días", reclama.
A manera de recordatorio de esta época, la exposición presenta algunos diarios y revistas donde eran comunes los epítetos homofóbicos y transfóbicos para referirse a la comunidad sexodiversa.
Ya en los 80, paralelo a su labor como publirrelacionista, Samantha emprendió colectas y diversas acciones para apoyar a las personas con VIH a través de la fundación Ser Humano.
"Cuando vino el VIH, la mayoría de de mis amigos cercanos murieron. Yo pasé una tragedia espantosa, porque casi llegué a contar 300 gentes cercanas a mí", lamenta.
Esta trayectoria, que culmina en la fundación de Vida Alegre, se muestra también en una sala donde se proyecta el cortometraje documental La felicidad en la que vivo (2020), de Carlos Morales, y en una conversación grabada con la gestora y activista Korina Corona y la artista Terry Holiday.
Desde la elección del nombre de Samantha, como el personaje de Grace Kelly en la película High Society (1956) -que lleva la música de su amado Cole Porter-, hasta sus luchas más recientes, el camino de la activista surge del amor.
"En este momento, que me emociona de veras, a mis 90 años, que unos jóvenes de la universidad se interesen por mí, por mi persona y por la labor que he hecho, imagínate si no me va a enternecer demasiado", confiesa sonriente.
Al final, lo sabe bien Samantha: el amor granjea más amor.
Denuncia cierre arbitrario de su albergue
Desde hace casi 8 meses, el albergue Laetus Vitae/Vida Alegre, casa de día para adultos mayores de la comunidad LGBT+, fue cerrado por autoridades del Gobierno de la CDMX de manera arbitraria, según denuncia Samantha.
Ubicado en Xola 184, en la Colonia Álamos, Benito Juárez, el sitio fue clausurado por una remodelación menor que involucró, exclusivamente, el arreglo de vidrios y pintar y resanar paredes, todo al interior del domicilio.
A pesar de que todo ha sido ya solventado ante el Instituto de Verificación Administrativa, inclusive el pago de una multa que consideran injusta, el albergue no ha podido ser reabierto.
"El Gobierno no hace absolutamente nada por ayudar a mis hermanas que, como yo, somos mujeres trans", denuncia Samantha, quien no recibe apoyos del Gobierno para mantener andando el albergue.
Aunque, también por sus propios medios, la asociación que gestiona la casa ha mantenido sus talleres y el acompañamiento en distintos lugares, de manera nómada, cerrar un espacio así por tanto tiempo es peligroso para los más vulnerables.
"No sabes cuántas adultas mayores han llegado al punto del suicido por el abandono", reclama la activista.
Si algún adulto mayor se encuentra en necesidad de apoyo, o alguien desea apoyar prestando espacios para talleres, la gestora Korina Corona pone a su disposición el siguiente número: 56-36887824.
Mientras tanto, Samantha y su equipo esperan que la CDMX haga lo su trabajo y vuelva la "Vida Alegre".