- Los Ángeles, California
Realizada tras la tragedia, “Black Panther: Wakanda Forever” (“Pantera Negra: Wakanda Por Siempre”) reverbera con la agonía de la pérdida, haciendo agudo el terreno generalmente menos consecuente de las películas de superhéroes. Al igual que alguien que pasa por los diferentes estados del dolor, la película de Ryan Coogler es por momentos doliente y desarraigada, llena de furia y bendecida con claridad.
En el Universo Cinematógrafico de Marvel, donde la mortalidad suele ser casi siempre algo de juguete, enfrentar el hecho genuino, con la muerte de su astro Chadwick Boseman, crea una inusual escala introspectiva de entretenimiento taquillero.
A LA PANTALLA GRANDE“Wakanda Forever”, que se estrena este fin de semana, expande este sentimiento, entretejiendo una perspectiva latinoamericana con un grado similar de especificidad cultural con la presentación de un antagonista inspirado en los pueblos prehispánicos, Namor (Tenoch Huerta), rey del antiguo mundo submarino de Talocan. Al mismo tiempo, la muerte de Boseman es agudamente incorporada en la historia desde el comienzo, desde la agonía fuera de pantalla.
A continuación, se desata una trama mundial que aleja a la película de lo que quizá es su mayor atractivo, Wakanda, pero que descubre nuevos lugares con poder latente. Shuri y Okoye (Danai Gurira), la general Dora Milaje, viajan a Cambridge, Massachusetts, para buscar a una estudiante (Dominique Thorne) que creó un detector de vibranio. En la zona de Washington, el oficial de la CIA amigo de Wakanda interpretado por Martin Freeman enfrenta el escrutinio de su jefa, interpretada por una actriz cómica acostumbrada a la política.
Pero lo más importante es que una serie de intercambios acercan a Wakanda y Talokan. ¿Son amigos o enemigos? El pueblo de Tlalokan es un giro cautivador a la mitología de Atlantis. Pero su mundo oscuro y acuático no es Wakanda y da indicios de ser una sociedad más pequeña. A pesar de esto, Huerta logra darle magnetismo a Namor. De muchas maneras se asemeja al Killmonger de Michael B. Jordan, no es un villano y su furia puede justificarse. Pero su enojo sirve como magneto para Shuri, quien sigue de luto y está lista, tras la muerte de T’Challa, para “quemar el mundo”.
Al igual que en la primera “Black Panther”, la cuestión está en encontrar el equilibrio en un mundo manejado por el dolor y los prejuicios. En esta ocasión se aplica a otra poderosa civilización. “Wakanda Forever”, donde se hereda el papel de Black Panther, se trata también de la transferencia del poder.