La Mansión Embrujada: Cien por ciento familiar

Ésta es la tercera versión inspirada en el juego mecánico de Disneylandia

Nada mejor que un buen susto, dirán algunos.

Las razones son primigenias, impresas en nuestro ADN: el sentido de alerta ha sido parte de la evolución, salvando a nuestros antecesores de diversos peligros. Así que sentir miedo puede ser adictivo y el terror, entretenido.

Inspirada en una atracción de un parque de diversiones, llega La Mansión Embrujada.

Historia

Gabbie (Rosario Dawson) y Travis (Chase Dillon) se mudan a una casa abandonada, en las afueras de Nueva Orleans. El pequeño siente angustia ante el aspecto lúgubre de la casa. Su mamá le asegura que de día se verá muy diferente. Pero no han pasado ni 20 minutos, cuando ambos salen despavoridos. Esto apenas comienza.

Ésta es la tercera versión inspirada en el juego mecánico de Disneylandia.

 

¿Es la vencida?

La historia se despliega en varias habitaciones: primero, abreva de las típicas maldiciones de casonas viejas; recintos que absorbieron la felicidad, angustia y muerte de los que ahí habitaban.

  • Por otro lado, está el equipo de pseudo detectives que han de investigar el misterio: un grupo variopinto que incluye, además de la madre y el hijo, a un fotógrafo (de fantasmas, claro), un sacerdote, un profesor universitario y una médium.

Aquí la mayor ventaja: el reparto que da vida (o muerte, je) a estos personajes, tiene gran rapport: así se lucen Owen Wilson y Tiffany Haddish, y siempre es un gusto enorme poder ver a Danny DeVito, quien se roba todas sus escenas.

Los chistes entran fáciles y sin esfuerzo. Los efectos especiales son lucidores.

Pero quizá lo mejor de esta película, es que mantiene sencilla su premisa. Es divertida y ágil, con momentos emotivos pero afortunadamente, no intenta sermonear y hacer discursitos.

Es puro entretenimiento familiar a la antigüita; una cinta sin muchas pretensiones, que resulta simpática y efectiva.